En "Buena vida", de "El País":
Origen de vida, escenario de nuestra propia evolución como especie, cuna de civilizaciones y fuente de recursos, el océano es el elemento fundamental del devenir de nuestro planeta y de sus esperanzas. A lo largo de la historia los mares y océanos se han presentado ante la humanidad como fuente de temor y a la vez de fascinación, despertando en nosotros un interés entre el imaginario y la continua búsqueda de conocimiento bajo sus aguas. Frío, profundo, oscuro y salado, su inmensidad le convierte en un entorno hostil, pero a su vez en un progenitor capaz de cuidar y amamantar las criaturas más delicadas y vulnerables y de sostener el equilibrio más exigente sobre el que se apoya e interrelacionan multitud de procesos físicos, químicos y biológicos fundamentales para el funcionamiento de nuestro planeta.
Su inmensidad ha dotado de color al globo terrestre, un azul intenso bajo cuya superficie se encuentra el principal hábitat de la biosfera, 300 veces superior al espacio disponible para el desarrollo de la vida en toda la superficie terrestre emergida. Sin embargo, estas dimensiones se enfrentan todavía hoy con el gran desconocimiento que de él tenemos, solo un 5% ha sido explorado. El imaginario ha generado durante siglos conocimiento sobre la biosfera. Se descubre lo que se imagina y el conocimiento ha de generar necesidad de su aprovechamiento y conservación. Por ello, ya hoy nos sobran razones por las que proyectar en él nuestro futuro y esperanzas.
El movimiento de sus aguas y la transferencia de calor a través de su superficie lo convierten en un gran organismo modulador de la diversidad climática de todo el planeta y con ello hace posible el mantenimiento de la vida que hoy conocemos. En sus aguas se esconde la única fuente segura de recursos hídricos que requiere la humanidad y la fuente de alimentación que se exige ante una huella ecológica al límite de la saturación en la tierra emergida.
Mención especial merece la oportunidad que ofrece la inercia de sus aguas ante soluciones energéticas renovables y su inmensa biodiversidad ante soluciones biotecnológica aplicables a cualquier ámbito de nuestras propias necesidades. Intensificar nuestro conocimiento de este magno bioma redundará sin lugar a duda en mayores beneficios. Nos enfrentamos en el día de hoy a nuevos escenarios de degradación ambiental y de extinción de recursos. Se exige por ello cada vez más un encuentro, una comunicación de amistad y entendimiento entre nuestras sociedades y el entorno natural que las mantiene. El siglo XXI nace con esta necesidad y es en esta conversación en la que los mares y océanos actúan como interlocutor fundamental y generador de esperanza. Está en nuestros hechos y en nuestra inteligencia el mantener una longeva y amistosa relación.
*Francisco Torner es director del Oceanagràphic.
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