EL MUNDO SEGÚN MICHAEL DE MONTAIGNE
Seis consejos de un pensador del siglo XVI que nos ayudarán a lidiar con el presente
Cuando a Antoine Compagnon (1950, Bruselas), catedrático de literatura francesa en la Sorbona y la Universidad de Columbia, le propusieron sintetizar el pensamiento de Michel de Montaigne (1533-1592) en unas pequeñas cuñas de radio, la idea le pareció tan rara que no pudo rechazarla.
A pesar de lo descabellado de la propuesta –el pensamiento de Montaigne no es sencillo, y menos aún sintetizar sus famosos Ensayos– el espacio radiofónico fue todo un éxito en el verano de 2012. Las breves locuciones radiofónicas acabaron convirtiéndose en libro y, para sorpresa de todos, el volumen, Un verano con Montaigne (Paidós), arrasó en las librerías francesas, donde ha vendido más de 150.000 ejemplares. Algo que, según su autor, “le devuelve legitimidad a cualquier empresa que publica superventas,pues a todo el mundo le gusta que un libro sobre Montaigne se siga vendiendo hoy en día, y no sólo se consigan vender libros sobre deporte o cocina”.
Compagnon ha visitado el Institute Français de Madrid con motivo de la publicación de la edición española del libro y ha explicado a El Confidencial que, en su opinión, ha tenido tanto éxito porque el tiempo que vivió Montaigne, con un Europa inmersa en las guerras de religión, la conquista de América, y el cambio político propiciado por el Renacimiento, tiene mucho que ver con la coyuntura actual.
“El interés actual por Montaigne”, asegura Compagnon, “tiene que ver con la curiosidad sobre el pensamiento escéptico y relativista en un momento en el que hay tanta incertidumbre,crisis y dudas sobre nuestro lugar en la historia, las mismas que tenía Montaigne”.
Pero, dentro del relativismo, el desorden y la incertidumbre que caracteriza el pensamiento que Montaigne plasmó en sus Ensayos –el libro que dio nombre a lo que es hoy un género literario–, hay una serie de ideas que, pese a haber sido plasmadas hace más de 400 años, nos pueden servir para entender y lidiar con los problemas que hoy nos ocupan.
1. Sé honesto
Toda la vida adulta de Montaigne estuvo desgarrada por las guerras civiles, que son las peores, como repite en varias ocasiones en los Ensayos, porque enfrentan a amigos y a hermanos. ¿Cómo sobrevivió? Rechazando siempre el engaño y la hipocresía.
“Dentro de la duda que caracteriza el pensamiento de Montaigne hay valores que para él son irrenunciables”, asegura Compagnon. “Sobre todo es el valor de lo que llama la ‘fidelidad’, la ‘confianza’. Fides, en latín. Montaigne es hostil al pensamiento dominante de su época, que es el de Maquiavelo. Condenaba la disimulación, la mentira, la traición de la palabra. Al menos, entre la incertidumbre de Montaigne existe esta certidumbre. Montaigne, en definitiva, creía que una persona tiene que ser fiel a su palabra”.
En opinión del autor de los Ensayos, ser honrado no sólo es más sensato, además es más útil. Cuando un hombre público miente una vez, nunca más se le da crédito; ha elegido un recurso fácil que tiene fecha de caducidad, ha calculado mal. Y es algo que, según Compagnon, harían bien en entender nuestros políticos.
2. Preocúpate por la política, pero no sólo de la política
Montaigne tuvo una activa vida política, y siempre defendió –como los autores clásicos que tanto había leído– que las personas deben preocuparse por lo que ocurre en la sociedad. Pero siempre consideró la política como una ocupación de ida y vuelta.
“Se retiro de magistrado, escribió los Ensayos y después se convirtió en alcalde de Burdeos”, explica Compagnon. "Tuvo dos mandatos como alcalde y fue un moderador entre Enrique III y Enrique de Navarra, futuro Enrique IV. Nunca se retiró por completo de la política, pero defendió siempre esa actitud de ida y vuelta entre la acción política y la contemplación, la reflexión”.
Como explica Compagnon en su libro, el escritor de los Ensayos, “una vez elegido alcalde, no jugó a ser importante, pero no por ello dejó de ejercer todas las prerrogativas del cargo con firmeza. No hay ningún elogio de la hipocresía cuando pide que se aísle el ser del parecer, sino una exigencia de lucidez, y, antes que Pascal, una advertencia para no engañarse a uno mismo”.
3. Mantén un espacio para reflexionar
Montaigne escribió sus Ensayos después de renunciar a su cargo de consejero en el Parlamento de Burdeos, a la edad de 38 años. Aspiraba, según el modelo antiguo, a un reposo estudioso, al otium studiosum del que hablaban los clásicos, para encontrarse a sí mismo, para conocerse
“Montaigne vive en un momento histórico de transición, y el valor del otium, que está en los ensayos de Montaigne, sigue perteneciendo a esta cultura tardía que privilegia este ocio letrado”, explica Compagnon. “Lo contrario al ocio es el negocio, que fue lo que triunfó en el siglo XVI”. A partir de entonces triunfa la ética moderna del trabajo, ligada al auge del protestantismo, y el otium perdió su valor supremo para convertirse en sinónimo de pereza.
Antoine Compagnon durante su charla en el Institut Français. (Institut Français)
4. Desconfía de la novedad y aprende del pasado
“Montaigne es esencialmente moderno desde el punto de vista de la concepción individual, del sujeto, pero era conservador en lo político y lo social, que es un principio de prudencia, de precaución”, explica Compagnon.
“Para él la edad de oro está en la antigüedad, y esta puede ser una de las razones por las que se conecta tanto con nosotros hoy en día”, explica el profesor. “No tiene fe en lo nuevo. Tiene la necesidad de acercarse a unas tradiciones, una identidad y una cultura común”.
Al igual que hoy en día, en el mundo en que vivió Montaigne la innovación era vista como algo bueno en sí mismo. Pero Montaigne desconfiaba. “Nada oprime al Estado sino la innovación”, asegura en los Ensayos. “Solo el cambio da forma a la injusticia y la tiranía”. Para el autor de los ensayos, cuenta Compagnon, “los cambios siempre tienen efectos perversos”.
5. No aceptes el fanatismo
“Montaigne es el modelo de moderado, centrista. Opuesto al fanatismo y los extremos”, explica Compagnon. “Entre los católicos y los protestantes perteneció a un grupo de los políticos que querían colocar el nombre de la nación por encima de las divisiones religiosas”. Un valor, el de la moderación, que parece perdido hoy en día.
“En una tertulia de televisión de la actualidad estaría incómodo”, asegura Compagnon. “A los centristas son a los que les cuesta más hacerse oír.Si fuera un político hoy en día sería europeísta, pero le costaría hacerse oír”.
6. Aprende a filosofar para aprender a morir
“Montaigne habla mucho de la muerte, se preocupa mucho por ella”, explica Compagnon. “Los ensayos son, de hecho, un tratado sobre la muerte”. El escritor sabía que la muerte no podía ensayarse, pero aprovechaba cualquier experiencia (desde una caída a la perdida de un diente) para presentirla. Envejecer, piensa, ofrece al menos una ventaja: y es que uno no morirá de golpe, sino poco a poco, trocito a trocito.
La espiritualidad de Montaigne ha sido fruto de un intenso debate. Era católico, pero es difícil comprender cuál será su relación con la fe cristiana. “Montaigne pertenece a una corriente que desapareció muy rápidamente que defendía que el escepticismo, la duda, llevaba a la fe: el fideísmo.”, explica Compagnon. “Esto en el siglo XVII se condenó como una especie de libertinaje. No se entendía esa fe. Hay muchas discusiones sobre si Montaigne era un buen cristiano o un precursor del ateísmo. En el fondo deja toda libertad de la razón humana pero, a fin de cuentas, se afirma también en su fe”.
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