martes, 24 de junio de 2014

POESÍA. "Plegaria para la estación de los ciclones". Martha Asunción Alonso (Madrid, 1986)

Martha Asunción Alonso

Plegaria para la estación de los ciclones

Me dijeron: de alguna forma Dios sangra en todas las tormentas.
Y a su carne le rezo,
a las palmas broncíneas de su dolor les rezo,
porque toda oración es un complejo de poema,
porque todo poema es un cuerpo desnudo y un hechizo y la magia
es el nombre de pila del Señor.
No importa cuál de todos. Las cóleras de todos los dioses
se parecen.
 Me dijeron: no importa que tu sudor sea invisible,
también para los celtas negros de corazón habrá un hueco en el arca de Noé.
Y me pasaré agosto rezándole a los cuellos mansos de las jirafas,
nubes como palmeras. Quisimos abrazarnos
igual que sus raíces, pero la luna salió de su volcán y nos jugó una mala fábula,
tenía un zorro dentro y no soltaba el cáncer
de la fruta con látigos.
Yo le rezo a los látigos, la sangre de los látigos
y la leche de coco en los látigos de amamantar panteras.
Yo le rezo a la lava.
Yo le rezo al café.
Yo les rezo a las aspas milagrosas de los ventiladores sin precio de los bazares árabes de Basse-Terre.
Yo les rezo a la lima y a los borrachos de los embarcaderos, una sola mirada
y adivinan cuántos besos con lengua
has dado en tu vida y cuántas veces cerraste
los ojos para darlos,
cuántas monedas te enferman todavía los bolsillos.
Yo le rezo a las olas con tiburón y a las cucarachas y a Vishnú.
Me dijeron: puedes tener miedo. Rézale al miedo.
Y eso hago. En la noche inundada, de rodillas,
voy rezando mi vida en Duracell, que es un santo y el nuevo criollo
de los blancos con padres superhéroes barbudos, padres que daban rabia
y están lejos y a quien pedir perdón
y conocer-
amar
antes de no morir.

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