Guatemala ‘olvida’ a Miguel Ángel Asturias
El país centroamericano ignora a su Nobel y no prevé actos en el 40º aniversario de su muerte
JOSÉ ELÍAS Ciudad de Guatemala 8 JUN 2014 - 00:22 CET8
El exilio y la marginación que sufrió muchos años en vida persiguen a Miguel Ángel Asturias (1899-1974) incluso en la eternidad, ganada por libros clásicos latinoamericanos y la concesión del premio Nobel en 1967. Guatemala, su país, por el que tanto hizo desde la literatura, casi lo ha olvidado y solo tiene silencio para él en el 40º aniversario de su muerte, sucedida en Madrid hace hoy cuatro décadas.
Una fecha inadvertida en su país y un despropósito si se considera que Ciudad de Guatemala ha sido nombrada Capital Iberoamericana de la Cultura 2015.
“Ni siquiera estábamos advertidos”, reconoce la jefa de información del Ministerio de Cultura, Claudia Velásquez. “Te agradecemos que nos alertaras. Vamos a emitir un boletín al respecto y lo distribuiremos a la prensa”. Es el tiempo que corroe la memoria de uno de los precursores del boom latinoamericano por obras como El señor presidente y Hombres de maíz.
“Ignorar a Asturias”, comenta el escritor guatemalteco Gerardo Guinea, premio Nacional de Literatura 2009, “es una muestra de la ignorancia supina del Estado de Guatemala —que no de algún Gobierno en particular— con respecto a la importancia que Miguel Ángel Asturias tiene en la literatura en español. Algo que da pena y vergüenza ajena”.
Añade Guinea que obras como Hombres de maíz, publicada en 1949, o El alhajadito (1961), colocan a Asturias como el padre del realismo mágico, un género que inmortalizara otro gigante, Gabriel García Márquez, merced a la utilización de un lenguaje magistral, a la vez que más accesible al lector. “El problema con Asturias es que fue excesivamente barroco para describir sus realidades. Pero el realismo mágico está en cada una de sus páginas, como sigue estando en cualquier barrio popular de toda ciudad latinoamericana”.
Vida y obras
Antes de dedicarse a la Literatura, Miguel Ángel Asturiasestudió Antropología en París en los años veinte.
En su estancia juvenil en Francia contactó con el surrealismo, que influyó en sus primeras obras. Ese interés por las vanguardias lo compaginó con la gran atracción por el mundo mágico de las leyendas precolombinas guatemaltecas.
Su obra más conocida, El señor presidente, publicada en México en 1946, relata la cruenta dictadura que sufrió su país a manos de Manuel Estrada Cabrera en las dos primeras décadas del siglo XX. El nombre de Estrada no aparece en el texto pero hay muchos guiños que remiten a él.
Del resto de su producción destaca el libro de relatos Hombre de maíz.
En 1967 es galardonado con el Premio Nobel de Literatura.
Fallece en Madrid el 9 de junio de 1974 a los 74 años.
El nieto del Nobel, Sandino Asturias, hijo de Rodrigo Asturias Amado, el comandante Gaspar Ilom —dirigente histórico de la guerrilla—, ve un trasfondo político en el vacío hacia el Nobel. “Miguel Ángel Asturias tiene dos facetas excepcionales y universales. Encabezó un movimiento de intelectuales que luchaban contra las dictaduras de su época y puso ante los ojos del mundo la realidad sangrante que se vivía, y se vive, en este país”, dos pecados capitales para la ultraconservadora sociedad guatemalteca, que no se lo perdona.
Todo ello, cuenta Sandino, se tradujo en un vacío absoluto para Asturias y su obra, al grado que en los periódicos de la época “estaba prohibido nombrar a Miguel Ángel”, algo que sólo se rompió parcialmente con el otorgamiento del Nobel, “aunque se silenció el premio Lenin de Literatura, que se le concedió en 1965”.
Lo anterior explica el actual silencio tanto del Estado como de la sociedad guatemalteca. “Mi abuelo”, añade, “fue un hombre perseguido y denostado por el poder y por el statu quo porque cuestionaba, precisamente, ese estado de cosas, a la vez que denunció todo el dramatismo de la intervención estadounidense en Centroamérica”.
Así las cosas, el cuadragésimo aniversario de la muerte de Miguel Ángel Asturias se conmemorará en Guatemala sólo en círculos intelectuales con un propósito que puede ser el mejor homenaje para el Nobel: una edición primorosamente cuidada de sus obras más emblemáticas y a precios que estén al alcance de todos: unos seis euros en un país donde una cajetilla de tabaco ronda los dos euros.
La militancia política de Asturias y su compromiso con los grandes sectores de la población sojuzgados por el régimen obligaron al escritor a vivir muchos años en el exilio. París, donde residía, y Madrid, donde murió, fueron sus últimos destinos.
Según cuenta Miguel Ángel Asturias Amado, en declaraciones vía Internet —desde Buenos Aires, donde reside—, fue él quien decidió que a su muerte su padre fuera enterrado en el cementerio parisiense de Père-Lachaise, a pesar de tener los ofrecimientos de España y Guatemala. Recuerda que el Gobierno de México puso a disposición de la familia Asturias un avión para trasladar los restos mortales desde Madrid hasta la capital de Francia.
Al respecto, Sandino Asturias añade que fue la decisión más acertada y sabia. “Era totalmente incongruente que los regímenes militares tuvieran en Guatemala a Miguel Ángel Asturias, cuando uno de sus dos hijos, mi padre, estaba en las montañas de Guatemala con una ametralladora en la mano intentando derrocarlos”.
La familia Asturias no descarta que, en el futuro, las cenizas del Nobel puedan llevarse por fin a Guatemala, pero subrayan que, por el momento esas condiciones todavía no están dadas.
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