"Resting Girl", de Boucher
Once obras esenciales
Sergio C. Fanjul 4 ABR 2012
Ocho escritores eligen once grandes libros y películas donde las prostitutas y su mundo juegan un papel esencial.
Enrique Vila-Matas: Juntacadáveres. Juan Carlos Onetti. Larssen, también llamado Junta, un hombre envejecido y frustrado, liga su suerte a su habilidad de proxeneta con las mujeres y, año tras año, espera a que lleguen los permisos o las circunstancias adecuadas para llevar a cabo su sueño: montar un prostíbulo en Santa María. Cuenta para ello con María Bonita, Nelly e Irene. Cuando logra finalmente abrirlo, encuentra la oposición del cura del pueblo y de la Liga de Caballeros Católicos. Una novela memorable en la que se halla admirablemente sintetizado todo el escéptico y pesimista mundo del gran Onetti.
Mercedes Cebrián: El tedio. Alberto Moravia. ¿Es Cecilia, la protagonista femenina de El Tedio, una prostituta al uso? A mí me interesa particularmente su actitud que, en palabras de Ana María Moix, "roza la prostitución”, ya que, además de cobrar por ser la modelo y amante del pintor Balestrieri, acepta ocasionalmente dinero de Dino, a quien ve casi a diario sin establecer con él vínculo afectivo alguno. No se ofende Cecilia cuando Dino pretende insultarla tildándola de prostituta, pues parece tener claro que todo encuentro sexual es un intercambio, así, sin más misterios, y es en ese punto donde radica su sabiduría y su carácter inaprensible.
Rafael Reig: La Dama de las Camelias. Alejandro Dumas. Naná. Émile Zola. Me interesa la representación de la prostituta a lo largo del XIX, que yo veo situada entre dos modelos: La Dama de las Camelias y Naná. Cada una representa lo que para la burguesía era la amenaza en ese momento. A principios de siglo, aún reciente la revolución burguesa, la amenaza era todavía la aristocracia y por eso las putas en las novelas son cortesanas, como la Dama de las Camelias, con los rasgos que la burguesía censura a la aristocracia (vagas, dilapidadoras, ociosas y elegantes, etcétera.). Hacia el final del siglo, en cambio, las putas son como la Naná de Zola: de origen popular, peligrosas, que contagian enfermedades terribles y expanden el mal entre la clase media (la legendaria sífilis de la época) y que son destructivas. Las cortesanas, al final, se redimen por amor. Las meretrices obreras revientan tras intentar destruir todo. ¿Por qué? Porque entre una y otra se había publicado el Manifiesto Comunista y empezó la lucha obrera: el enemigo de la burguesía ya no era la antigua nobleza, sino el proletariado que empezaba a organizarse.
Patricio Pron: Pagando por ello. Memorias de un putero. Chester Brown. Ocultas. Marta Elisa de León. Quienes carecemos de experiencia personal con la prostitución tendemos a pensar en ella adoptando los modos propios de cierta literatura que convirtió a las prostitutas en heroínas y a su oficio en una resistencia de alguna índole. Nuestros tiempos (más pragmáticos) conciben la prostitución como solución y como problema. La primera postura esta ejemplificada en la novela gráfica de Chester Brown Pagando por ello. Memorias de un putero (La Cúpula), fruto de su experiencia con prostitutas canadienses durante un largo periodo. La segunda, por el testimonio de Marta Elisa de León, Ocultas (Turner), que narra sus inicios en la prostitución y la forma en que escapó de ella. Dos textos sobre un tema que parece solo poder ser visto desde ambos extremos y que quizás requieran terceras lecturas.
Elvira Navarro: Teoría King Kong. Virginie Despentes. La puta encarna la forma en la que convencionalmente se ha pensado a la mujer. Por un lado, es un ser sometido al hombre, como demuestra el hecho de que dependen de chulos y de que lo que venden las torna, desde el punto de vista de la moral tradicional, indignas. Sobre este último aspecto llama la atención que su labor a menudo se haya legitimado en términos de mal menor en comparación con el mal mayor que supondría un hombre que no pudiera dar salida a sus instintos sexuales. Por otra parte, encarna el pecado. Virginie Despentes, autora que fue prostituta y que habla del asunto en Teoría King Kong, me hizo reparar en aspectos de la prostitución que no había contemplado, como el poder de las putas, si bien Despentes fue puta de lujo, y su experiencia no puede equipararse a quien ejerce este oficio por necesidad.
Guillermo Aguirre: Canciones de Bilitis. Pierre Louis. La ingenua libertina. Colette. Probablemente mi cortesana preferida de la literatura sea la Bilitis de Pierre Louis, la de sus Canciones de Bilitis (concubina desde la tierna infancia) y lo es así porque al separarse la obra del presente y recuperar la tradición griega, la maravillosa Bilitis se ve libre de esa habitual decadencia social que rodea a las putas del “cristianismo" (La Celestina y otras tantas) y narrada igual en imagen a los dioses. En esa misma línea de frontera, La ingenua libertina de Colette, que sin ser puta es amante desbocada, me parece que inaugura el perfil moderno de una mujer que será llamada invariablemente puta por muchos hombres en adelante. Podría decirse que putas las hay de dos tipos y, de aquellas que no facturan, la literatura ha dado buena cuenta: la Justine de Durrell, la Bovary de Flaubert o la Lolita de Nabokov, son ejemplos que le pueden volver a uno loco sin que tenga que realizar ninguna clase de reembolso.
Manuel Vilas: Portero de noche. Liliana Cavani. El postnazismo como post-prostitución, eso es Portero de noche (1973), la siempre incómoda película de Liliana Cavani. Dos seres rotos, prostituidos por la Historia, que siguen prostituyéndose más allá de la Historia. Un amor sádico, un amor infinito, santo, naïf, abyecto. Me encanta.
Gabriela Wiener. Chaperos. Dennis Cooper. Lo de Dennis Cooper es un caso clínico muy serio. Su espeluznante descenso hacia las letrinas de la prostitución masculina en Internet hace parecer a Bukowski un osito de peluche. Escrita con la frialdad estilística de una web de contactos, los personajes de Chaperos son abyectos participantes de un foro que se pasan la vida haciendo informes, votando y elogiando la competencia sexual del joven escort llamado Brad, pero el camino de los excesos hacia el palacio de la sabiduría no puede desandarse sin pasar por tags como snuff, enfermedad, mentiras y crueldad intolerable. Un libro como una monstruosidad formidable donde la muerte es apenas una fantasía sexual.
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