“El hombre no puede jugar a ser Dios”
Por: Rosa Mora | 25 de marzo de 2013
Un caso sin resolver desde hace 10 años: dos mujeres que aparecieron muertas, pero no ahogadas, en gélidos lagos; otras dos que lograron recuperarse porque alguien avisó a urgencias. El periodista que se interesa ahora por el asunto de los falsos ahogamientos es encontrado muerto en un congelador. Su amiga, una periodista de investigación, que desaparece misteriosamente. Un niño de 10 años perdido y enfermo. Seres terribles que experimentan con seres humanos. Las dramáticas consecuencias de la explosión de la central nuclear de Chernóbil…
Franck Thilliez no da un minuto de tregua a sus lectores en Atomka (Destino y Columna en catalán), tercera entrega de la serie protagonizada por el comisario Franck Sharko y la teniente Lucie Henebelle.
El síndrome E, Gataca y, ahora, Atomka son casi estudios sobre la violencia. “Las dos primera sí, pero últimamente me interesa la relación del ser humano con la ciencia. EnAtomka, hay dos elementos dominantes: el desastre de Chernóbil y todo lo que hace el hombre por postergar el envejecimiento y la muerte. La idea se me ocurrió hace muchos años, cuando mi mujer y yo acogimos temporalmente a una niña afectada por la radiactividad de Chernóbil, radiactividad que aún sigue existiendo en la región. Estaba muy enferma, afectada sobre todo de la tiroides. Con el tiempo se fue recuperando”.
Franck Thilliez (Annecy, Francia, 1973) es ingeniero en nuevas tecnologías y ha publicado una decena larga de libros. Las novelas de la serie de Sharko y Henebelle están muy bien documentadas, tienen más de 500 páginas y logran transmitir al lector el terror, el miedo, la angustia o el frío que sienten sus protagonistas.
“Mi intención es escribir siempre algo sólido y bien documentado. A ello contribuye mi formación como científico, pero trabajo también como un periodista: hablo con mucha gente. Los lectores quieren lecturas inteligentes de las que puedan aprender algo”.
El escritor francés explica que antes de escribir Atomka (con traducción de Joan Riambau) pasó un año documentándose sobre el átomo. Solo conocía la catástrofe de Chernóbil a grandes trazos, pero según avanzaba su trabajo comprendió que era una de las peores plagas que ha conocido la humanidad. “La radiactividad no puede ser destruida y, 26 años después, sigue causando estragos en las regiones ucranianas y bielorrusas”.
Estaba escribiendo el capítulo 7 de Atomka cuando se produjo la catástrofe de Fukushima. “En el curso de mi investigación me convencí de que algo como lo de Chernóbil no podía volver a suceder. Tuve miedo de que lo que había pasado en Ucrania pudiera repetirse en Japón. Me planteé incluso modificar la novela, pero al final decidí mantener la historia original, aunque con algunas alusiones a Fukushima porque no podía ignorar de ninguna manera lo sucedido”.
Protagonistas unidos por pasados horrorosos
Franck Sharko y Lucie Henebelle son pareja. Él está en la cincuentena y ella no llega a los 40. Comparten un pasado horroroso. Suzanne, la mujer de Sharko, fue secuestrada durante seis meses, cuando estaba embarazada, por un asesino en serie. El policía pudo liberarla, pero ella no se recuperó jamás y al final murió atropellada con su hija. Las dos hijas gemelas de nueve años de Lucie fueron asesinadas por un psicópata.¡Uff! Si pudieran salir de las páginas de la novela le pondrían una demanda a su creador. “Los lectores les tienen mucho cariño por la vidas tan difíciles que tienen y porque siempre intentan sobreponerse. Pero es cierto, suelo entrevistarme con los lectores y me piden que les dé un poco de felicidad. Quizá lo consigan. En Atomka, Sharko y Lucie esperan un bebé”.
A pesar de estar muy unidos por el sufrimiento, ambos policías son muy diferentes. Sharko es un tipo duro, que se salta las normas cuando le conviene. Lucie es más frágil y convencional. “Sharko es un veterano, se ha pasado la vida entera en el 36 del Quai des Orfèvres. Está más curtido, pero también siente una gran amargura. Lucie empezó como administrativa de la policía, aunque soñaba con pasar a la investigación criminal. Le interesan mucho los asesinos en serie y por fin consigue enfrentarse a uno, pero cuando sus hijas son asesinadas lamenta haberse implicado tanto”.
Atomka tiene una doble trama. Por una parte, las pesquisas de los policías sobre esa red de experimentación humana y por la otra la persecución que sufre el propio Sharko. “He querido que hubiera suspense permanente. Conozco a la policía y sé cómo trabaja y en una investigación criminal hay una parte administrativa muy pesada por la que he pasado de puntillas para centrarme en la acción. Además he creado algo terrible en torno a Sharko que complementa la investigación principal”.
Criogenia, cardioplegia fría, sulfuro de hidrógeno, estado de hibernación… “Todo eso existe. Hay empresas en Estados Unidos que trabajan en la criogenia. Utilizo términos científicos reales. Según mi investigación todo eso queda aún muy lejos. Son experimentos fantásticos pero también muy peligrosos. El hombre no puede jugar a ser Dios”.
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