Rafael Antúnez Arce
Nuestro deambular furtivo, errante
por la avenida de los altos chopos
que prestan paz al último descanso...
es un verso que unidos a las restantes
melodías compone un gran poema.
El grandioso poema de la vida,
el oscuro poema de la vida;
la vida, la pasión, el hombre, el mundo,
el desamor, la tinta derramada
sobre el rostro borrando sus acentos.
Y no podemos vivir sin acentos
que nos permitan campear las horas,
sin ilusiones cubos de colores
con los que entretener el negro hastío.
Tus ojos, los abrazos de tu sangre,
los libros por leer sobre mi mesa,
los momentos pasados entre amigos,
la breve música cuando te ríes...
son brillantes acentos de mis días
...y con la pluma cuento a cada instante
las sílabas que son de tu mirada.
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