Natalia Menéndez
AL AMANECER, LA POESÍA ESTABA DE MI PARTE
Cuando llegó la noche yo era una isla,
y ahora suyo es el tiempo
y suyas son las ganas
de arañar lo que resta del día.
Al amanecer, yo era Rimbaud
en su cuarto de sucia luz
y ruidos de arañas de Montparnasse.
Unidas, la poesía y yo, con ardor ciego.
Fundidas, hasta el punto ilógico de compartir la sed.
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