Daniel Rodríguez Moya
No sirven los pronósticos pactados
si al abrir la maleta
encuentras mucho menos equipaje,
un hueco inesperado.
Qué lleva a deshacer un libro casi escrito,
a firmar un final que inicie un nuevo párrafo,
a tener la certeza de que es hora
de la huida adelante,
y de un cambio de planes.
Los días se suceden como alondras
y de pronto un disparo destroza esa cadencia.
Lo sabe en su rumor el viento de la tarde.
Hay un lago que puede reflejar
la angustia y la esperanza de su orilla,
del que todo ha perdido,
del que todo lo espera.
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