LA CABECERA PADECIÓ UN FUEGO CRUZADO LETAL
Libertad, igualdad, fraternidad y Hebdo
Charb tenía un objetivo: burlarse todo lo que pudiese del islam, caricaturizarlo hasta banalizarlo tanto como el catolicismo. Hasta convertir la blasfemia en un chiste. ¿Cuántas provocaciones son necesarias para derrotar lo incuestionable con humor, con unos lápices y en libertad? ¿Cuántas portadas son necesarias para acabar con los tabúes? El marcador del semanario Charlie Hebdo echó a andar en 1970 y parece haberse detenido ayer, en el número 1177, con un patético Houellebecq disfrazado de adivino que profetiza sobre el futuro islamista francés, al hilo de su nueva y cuestionada novela.
Precisamente, el día en que se colocaba en las librerías de Francia la obra del escritor maldito de cabecera del país, han sido asesinadas 12 personas en un ataque terrorista contra el “diario irresponsable”, como se hace llamar. Los dibujantes estaban armados con sus lápices y plumas cuando en la redacción irrumpieron dos hombres con Kalashnikov y acabaron con sus vidas. Entre los caídos está el director del semanario, Stéphane Charbonnier ‘Charb’, Tignous, Bernard Maris y los emblemáticos Wolinski y Cabu. Estos dos últimos formaban parte del grupo fundador, que procedía del mensual Hara-Kiri y que lanzaron el semanal para ganar actualidad.
Las caricaturas sólo chocan en aquellos que están dispuestos a sufrir el choque, solía recordar Charb, porque los terroristas, cuando necesitan un pretexto para legitimar su violencia, siempre lo encuentran. Y los componentes de la revista lo sabían. Desde 2006 han vivido en estado de alerta por su posición intolerante frente a los radicales islamistas, con ataques en su web y con cócteles molotov en su sede. El humor es lo último que se pierde, pero es la primera víctima.
Sin respaldo oficial
Sin embargo, el sentido crítico de la publicación fue cuestionado por todos los estamentos franceses, desde la política a los medios de comunicación. En 2011 después de una de sus portadas más polémicas les tildaron de inoportunos e imbéciles. Les reprendieron por jugar a provocar por provocar, por echar una lata de gasolina a las llamas de la ira extremista. Para muchos son unos obscenos, para otros unos provocadores, pero el humor siempre es necesario para auscultar los límites y la fortaleza de la libertad de expresión. La respuesta a su postura firme y valiente fue, sistemáticamente, el portazo de los civilizados y las balas de los bárbaros. Un fuego cruzado letal.
Una mujer lee el último número de 'Charlie Hebdo'. (EFE)
Así ha remado la cabecera –refundada en 1992, después de cerrar en 1981- siempre con el viento en contra. Con el atentado, Francia ha sido herida de gravedad en los estamentos que definen al país como un laico y en libertad de expresión. Charlie Hebdo es su mejor bandera, la "marca Francia" en estado puro. Defiende la blasfemia como un derecho fundamental y deja en manos de los tribunales la reparación de las ofensas. De las denuncias que recibierno no hubo sentencias en contra.
Sus bromas irreverentes contra todos los extremismos (musulmán, judío y católico) no cuestionaban la fe, sino sus planteamientos extremistas. Critican los actos inaceptables y reciben amenazas interminables. En 2011, Francia tuvo que cerrar sus embajadas y consulados en veinte países por el miedo a atentados tras la publicación de la portada que parodiaba la película Intocable, y en la que aparecía un judío empujando la silla de ruedas en la que viajaba un musulmán. En el interior, aparecía Mahoma agachado, mostrando sus posaderas y sus genitales al aire: “¡Ha nacido una estrella!”.
El Primer Ministro Francés, Jean-Marc Ayrault, criticó la portada y el contenido, porque le parecían excesivas. Pero la mayor enseñanza de Charlie Hebdo es que la única tira cómica que no compromete es una tira en blanco. Y el silencio es cómplice. Así que la sede fue incendiada por un ataque con cócteles molotov.
El amparo legal nunca gustó a los enemigos de la libertad del semanario, que tras los cócteles hackearon su página web, con un mensaje claro y contundente: “Sigues abusando del todopoderoso profeta del Islam con caricaturas repugnantes y vergonzosas, utilizando como excusa la libertad de expresión.Que la maldición de dios caiga sobre ti”. La cabecera, en noviembre de 2011, respondió a la agresión con una portada sensacional, llamada a convertirse en icono tras la tragedia: “El amor es más fuerte que el odio”, y bajo el lema un musulmán y un dibujante de Charlie Hebdo –que recuerda a Charb- se morrean jugosamente. ¿Cuántas portadas más habrá que publicar para convertir los besos satánicos en alianza?
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