El mapa de la reducción del hambre
Aún dos países la sufren de forma extrema y para 14 la situación es alarmante. Todos se encuentran en el África Subsahariana excepto Laos y Haití
El hambre es una plaga que afecta a un total de 805 millones las personas hoy en el mundo. El mayor reto aún, a un año de la supuesta consecución de los Objetivos del Milenio (en 2015). Pero la cifra, con ser gravísima, no deja de ser esperanzadora a un tiempo. Porque detrás de ella se confirma un gran avance: el hambre se ha reducido en un 39% desde los años noventa, según datos que publicó ayer mismo el International Food Policy Research Institute(Ifpri) en su Índice global del hambre 2014 que ofrece una visión multifacética del asunto, como un modo de ofrecer mayor información al debate general e identificar el foco para combatirla. En la última década, más de 100 millones de personas han dejado de sufrir hambre.
Una gran noticia si se compara con lo que sucedía hace 24 años, cuando eran 17 los países que se encontraban en una situación “extremadamente alarmante", según este informe. La cifra ha ido reduciéndose paulatinamente: eran 12 en 1995, seis en 2000 y tres en 2005. Hoy quedan dos Estados en terrible situación: Eritrea y Burundi, con más de un 60% de su población hambrienta.
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Un total de 26 países han reducido sus tasas de hambre en un 50% o más. Angola, Bangladesh, Camboya, el Chad, Ghana, Malawi, Níger, Rwanda, Tailandia y Vietnam obtienen las mayores mejoras en las puntuaciones.
El promedio mundial oculta, sin embargo, grandes diferencias entre regiones y países. Además de Eritrea y Burundi, quedan 14 países donde la situación es calificada de “alarmante”, todos en el África Subsahariana excepto Laos (Asia) y Haití (América). Sin embargo, la región más azotada por el hambre es también una de las que han presentado mejoras más notables. Todos los países avanzan por el buen camino excepto Swazilandia y Burundi (y en el resto del mundo, Irak y Comoros). El informe matiza que los datos de República Democrática del Congo y Somalia no son muy fiables.
El sur de Asia, que es la otra región donde se mantienen niveles más altos de hambre, también los ha reducido considerablemente desde 1990. La principal causa de mejora fue el tratamiento a los niños con un peso inferior al normal.
El informe —calculado para 120 países a través de tres indicadores: la proporción de gente malnutrida, la proporción de niños menores de cinco años por debajo del peso adecuado, y la tasa de mortalidad por debajo de tal edad— alerta de otra forma de hambre, difícil de localizar y combatir, la que llaman "oculta". Es decir, la malnutrición, la deficiencia de macronutrientes y vitaminas esenciales en la alimentación, que afecta a 2.000 millones de personas en el mundo. Estas carencias pueden tener efectos irreversibles en la salud a largo plazo y afectar al desarrollo socioeconómico de los países mismos.
Esta hambre oculta puede coexistir con consumos adecuados de energía, incluso excesos de grasas e hidratos de carbono. Esto provoca que sean posibles casos de sobrepeso con carencias esenciales. “Una dieta pobre, la enfermedad, una absorción deteriorada durante ciertas etapas de la vida, como el embarazo, la lactancia y la infancia, están entre las causas del hambre oculta, que invisiblemente puede afectar la salud y el desarrollo de una población”, explica el informe.
Las soluciones que propone la Ifpri para luchar contra este tipo de hambre son, por un lado a largo plazo: diversificación en los alimentos, mejoras en los cultivos y el fomento de un cambio de hábitos en las sociedades que lo padecen. A corto plazo propone aportar minerales y vitaminas a los territorios que los necesiten.
“Estas y otras recomendaciones que figuran en este informe son algunos de los pasos necesarios para eliminarla. Es posible acabar con el hambre en todas sus formas. Ahora este objetivo debe convertirse en una realidad”, sentencia.
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