LA NOVELA DE JUNOT DÍAZ ELEGIDA POR LA CRÍTICA
Latino, gordo y poco mujeriego, así es el mejor personaje literario del siglo XXI
Confeccionar una lista de lo mejor del Siglo XXI en 2015 es tan extraño como seguir diciendo "en pleno siglo XXI" o "en plena era de las autopistas de la información" o "internet es una herramienta con mucho potencial". Casi tan absurdo como hacer balance de cómo ha ido el año a mediados de enero. Pero al margen de la precocidad de esta lista, por no hablar de su pertinencia, sí es significativo que el elegido para encabezarla sea un escritor como Junot Díaz.
Díaz, como el personaje de su primera novela, no era “uno de esos dominicanos de quien todo el mundo anda hablando, no era ningún jonronero ni fly bachatero, ni un playboy”. Quizás por eso escribió La maravillosa vida breve de Óscar Wao (Mondadori), la historia de vida de un nerd dominicano y residente en Nueva Jersey que crece obsesionado con la ciencia ficción y para el que “levantarse a una jeva” era precisamente eso: ciencia ficción.
Aunque tanto este escritor como su criatura eran perfectos antónimos de lo que sus familias militares entendían como héroes, esta novela consiguió la heroica proeza de ganar el primer Pulitzer de novela escrito por un latino nacido fuera de Estados Unidos.
Aquello sucedió en 2008, pero hace unos días BBC Culture la nombró la novela más importante del Siglo XXI (a Oscar le encantaría añadir: y del milenio). Críticos estadounidenses de cabeceras como The New York Times, Time o Kirkus Reviews la votaron para que quedara por delante de las obras más aplaudidas de autores como Hilary Mantel (tercera), Jonathan Franzen (quinto), WG Sebald (decimocuarto) o Cormac McCarthy (decimoséptimo), entre otros 156 candidatos.
Óscar no es, en palabras de Díaz, “el caribeño sexy por el que la industria del turismo vive y muere”, pero sí ha logrado conquistar al público y también a la crítica del mundo anglosajón. Entre sus muchísimas virtudes, he aquí cinco claves para entender el éxito de Junot Díaz.
1.- Óscar es un latino (que no parece un latino)
Los reyes del mambo tocan canciones de amor también ganó un Pulitzer de novela. Aquello sucedió en 1990, pero su autor, Oscar Hijuelos, aunque de origen cubano, ya había nacido en Nueva York. Es más, su novela estaba varada en un sentimiento de nostalgia y sus protagonistas latinos respondían a lo que se espera de su sangre caliente.
Junot Díaz, en cambio, nació en Santo Domingo, pero su cruzada fue ofrecer un patrón de latino que subvirtiera ese estereotipo: fondón, apocado, poco mujeriego, amante de la cultura pop estadounidense y aun así obsesionado con la historia más sanguinolenta de su país de origen. Díaz quería, en definitiva, levantarse en armas contra el cliché, problematizar lo latino y triturar la caricatura. Que él gane todos estos premios reservados para los grandes autores blancos de Estados Unidos es mucho más extraño que el hecho de que Obama lo gobierne.
2.- Óscar es poco masculino (o es un hombre real).
Cuando tenía nueve años y aún no había engordado, Oscar era el orgullo de su familia. En las fiestas de cumpleaños, sus familiares borrachos hacían “que se le encimara a alguna niña y entonces todos voceaban mientras los niños imitaban con sus caderas el movimiento hipnótico de los adultos”. Luego ganó kilos y perdió chicas.
Junot Díaz explica siempre que su padre era “un tigre fascista” y que toda su familia (y su país también) estaba enferma de la fiebre de la masculinidad. Su progenitor, un militar dominicano fan número 1 de Trujillo, el dictador de República Dominicana entre 1930 y 1961, era también “un cuero”: cuando Díaz tenía diez años, lo llevaba a las casas de sus amantes para presentárselas (él vivía esas visitas como “verdaderamente traumáticas”).
El escritor afirma que conoce los defectos y complejos de un hombre “por la cantidad de culos que quiere tragarse”. Añade que esta obsesión por ser el gallo del corral impedía a los hombres de esa generación autoanalizarse y entender sus debilidades. Por eso inventó a Wao: para ofrecer un patrón alternativo del tipo de hombre en el que su padre, “un pobre loco”, quería que se convirtiera su retoño. Cuando Díaz visita su barrio de Santo Domingo, tres veces al año, sus familiares aún lo llaman “maricón”.
3.- Óscar sueña con los superhéroes (pero es un antihéroe)
Una cita de Los cuatro fantásticos encabeza la mejor novela del siglo: “¿Qué le importan las vidas anónimas, breves… a Galactus?”. Oscar Wao es un antihéroe, pero se pirra por lo superheroico. Es curioso cómo con estos materiales que hasta hace poco se consideraban innobles (los cómic books, la literatura de quiosco), Junot Díaz levanta su imponente obra (no es el único, la novela superheroica de Michael Chabon, Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, quedó en séptimo lugar en la lista de BBC Culture).
4.- Óscar era nerd (antes de que todo el mundo dijera que es nerd)
La escuela católica a la que va Óscar es para él como “un espectáculo medieval, como si lo hubieran puesto en el cepo y forzado a soportar que una multitud de semianormales le tirara todo tipo de cosa y le gritara ultrajes”. El tiempo ha logrado que esos nerds de los ochenta sean fotogénicos (la nostalgia siempre es fotogénica). Pero tanto Díaz, como especialmente Oscar, padecieron ser nerds en los ochenta.
Díaz ahora se lleva las manos a la cabeza cuando ve que la gente pone en su perfil de Facebook que son nerds: “A mis 13 años ser un nerd equivalía a ser un monstruo, con los mismos derechos”. Ahora está de moda, pero a Díaz no se le puede acusar de oportunista.
5.- Óscar habla raro (y el inglés de Díaz es un caleidoscopio)
Oscar dice: “Mi padrastro can kick my ass”. Y todo ello queda cristalizado en el término sobre el que orbita la solemne obertura: fukú, “en términos generales, una maldición o condena; en particular, la Maldición y Condena del Nuevo Mundo”. Llegada desde África, “en los gritos de los esclavos”, fue la perdición de los taínos y alcanzó tanto al clan de los Kennedy como a la maravillosa vida breve de Oscar Wao.
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