Un viaje a la ciudad inminente
Varios escritores de ciencia ficción nos ayudan a aventurar cómo serán las ciudades en un futuro próximo, más allá de los resultados del 24M.
Miguel A. Parra Anguita 23/05/2015
En las elecciones del 24M se eligen a los que serán los responsables de pueblos y ciudades durante los próximos cuatros. En sus manos estará el futuro más inmediato de los municipios. Pero, ¿qué vendrá luego? En eldiario.es/andalucia hemos querido ir un poquito más allá en el tiempo y hemos pedido a un grupo de escritores de ciencia ficción que nos ayuden a aventurar hacia qué tipo de ciudad nos dirigimos a medio plazo. Ultraurbana, masificada, uniformizada, tecnologizada, descentralizada, más accesible y sostenible… Así es la ciudad que han imaginado para nosotros escritores como Rosa Montero o Luis Manuel Ruiz.
Urbanismo
La crisis económica y de valores y los efectos del calentamiento global han hecho que, sobre todo en los últimos años, los escritores del renacido género de la ciencia ficción hayan optado por la distopía (la antiutopía) y por situar sus relatos en sociedades apocalípticas. Es decir, que su visión del futuro es del todo menos optimista. Así, el más que seguro desastre ecológico al que estamos abocados conllevará una reducción del espacio habitable. Los edificios, cúbicos y construidos sobre pilotes, sólo nos permitirán pasear por debajo a través de soportales y estarán tan unidos que casi no nos dejarán ver el cielo. Esto es lo que aventura Carlos Gª Miranda en su novela Enlazados (Destino). Rosa Montero, en El peso del corazón (Seix Barral), imagina que los centros de las ciudades serán zonas totalmente deprimidas, frente a las nuevas áreas construidas en las afueras. No obstante, la arquitectura holográfica permitirá variar los interiores de los edificios, que se podrán modificar según el uso que se vaya a hacer del espacio.
La ciudad, tal y como la entendemos, cambiará, se descentralizará, casi desaparecerá. Lo que antes ofrecía la ciudad, que son los servicios, no harán falta ya que se podrá acceder a ellos desde cualquier parte del mundo gracias a internet. Esto es lo que cree Luis Manuel Ruiz ( ¡Temblad, villanos!, Fundación José Manuel Lara), que apuesta por ciudades casi idénticas, uniformes. Los cascos antiguos serán parques temáticos y en todas las ciudades encontraremos los mismos restaurantes, las mismas tiendas… “Las ciudades tienden cada vez más a ser como aeropuertos: estás allí pero no estás en ningún lado y a la vez podrías estar en cualquier otro lado”, afirma el autor sevillano. Ciudades clónicas, y masificadas. Es lo que prevé también María Zaragoza ( Avenida de la Luz, Minotauro), por culpa de “una globalización desquiciada” que llevará a “una homogeneización de las costumbres y a que los habitantes de las diferentes ciudades se parezcan en todo”.
En vez de vivir en casas unifamiliares, la gente vivirá en edificios tipo corralas con un espacio privado y otros espacios compartidos, como la cocina o el salón, donde se haría vida en común. Así lo augura Diana P. Morales, autora Zaibatsu (Trisquel Ediciones), que cree que así se aprovecharán los edificios vacíos y se ahorrará en recursos. Un modo de vida del que se beneficiarán las nuevas familias: singles, madres solteras, parejas separadas con hijos de distintos matrimonios, personas mayores que viven solas…
Los ciudadanos
El auge y el acceso inminente de los movimientos ciudadanos a las instituciones locales influirá también en el diseño de nuestras ciudades. Así, mientras Luis Manuel Ruiz cree que nos dirigimos a ciudades autogestionadas, obligados por la dejación de funciones de los políticos, Pablo Felder, autor de El rey tras el cristal oscuro (Triskel Ediciones), prevé ciudades más participativas, en las que los ciudadanos puedan acudir a los espacios políticos: “En esta obsesión por la transparencia, los políticos firmarán una cláusula de no privacidad gracias a la cual estarán permanentemente monitorizados por los ciudadanos desde cualquier dispositivo, ya que son un servicio público”.
Además, los pueblos y ciudades estarán pensados para el enriquecimiento humano, no sólo para dormir y trabajar. Estarán a medio camino entre el campo y la ciudad, que se expandirá e integrará a lo rural, según Morales. En definitiva, las ciudades se diseñarán pensando en las personas. O, como matiza Felder, pensando en los clientes, pues todo espacio público (parques, plazas…) estará esponsorizado o tendrá una zona VIP, que será mejor y, obviamente, de pago.
Transporte
Las tres dimensiones se impondrán y, tal y como hemos visto en miles de películas, utilizaremos el espacio aéreo para desplazarnos. Coches, según Rosa Montero, habrá pocos también por los “espeluznantes” impuestos. Eso sí, habrá unas cintas rodantes, como las de los aeropuertos, pero más rápidas. Seguirá habiendo metro y tranvías, aunque estos serán aéreos. El uso del aire se hará necesario, según Pablo Felder, para reducir la contaminación. Habrá una línea aérea exclusiva para el transporte público y el transporte privado circulará por tierra. García Miranda apuesta por las aeromotos, que además serán monoplaza, ya que la sociedad será cada vez más individualista. La preocupación por el medio ambiente hará, según Ruiz, que crezca el uso de la bici, y el interés por la salud contribuirá a que el running deje de ser una moda y se consolide junto a los desplazamientos a pie.
Medio Ambiente
El calentamiento global marcará el futuro de nuestras ciudades e influirá en una mayor concienciación colectiva. Para Rosa Montero, será necesaria la creación de ‘parques pulmón’ artificiales con el fin de crear oxígeno. Otras ciudades estarán encerradas en una burbuja para protegerse de los fenómenos meteorológicos extremos ocasionados por el cambio climático, según Diana P. Morales, que vaticina que la preocupación por el medio ambiente nos llevará a ciudades con menos contaminación, medios de transporte sostenibles y más espacios verdes. Ciudades más respetuosas con el medio ambiente, con control de emisiones, y más bicicletas y seguramente muchas más multas por ensuciar la calle o tener coches viejos que contaminen mucho, es lo que prevé María Zaragoza.
Nuevas tecnologías
En este punto es donde la imaginación vuela sin límites, aunque lo que parece claro es que internet estará por todas partes, algo que ya empieza a ser una realidad. Será gratis y ubicuo e influirá, como ya ocurre, en las relaciones personales. “La gente se sentirá mucho más cómoda relacionándose a través de internet que cara a cara. Fantaseo con locales de copas en los que puedas ir con el avatar virtual de tu pareja que lo dirige desde el sofá de casa”, afirma María Zaragoza. Felder va un paso más allá: “Si, como parece que va a ser, la proyección de hologramas se desarrolla, se romperán las barreras y se desvirtuará el sentido de la distancia. La gente perderá el interés por viajar pues podrá crearse un lugar (playa, montaña…) y hasta reproducir sensaciones (brisa marina, calor…). Con internet ya está pasando eso, pues muchos internautas ya han perdido el contacto con la realidad por culpa de los chats, las páginas de contactos, el skype…”.
Queda muy poco para que lleguen las pantallas públicas a las que todos podremos subir mensajes desde nuestro móvil, que prevé Rosa Montero, y a los smartphones biónicos que imagina Carlos Gª Miranda, quien además cree que habrá una red sincrónica, una especie de wifi, gracias a la cual un ordenador central nos controlará constantemente.
Seguridad
Como ya se han encargado de aventurar muchísimas novelas y películas, la seguridad será un tema bastante peliagudo, aún marcado por la paranoia post 11S. Se multiplicarán las cámaras de seguridad, los horarios de bares y locales se harán más estrictos y aumentarán las restricciones a los ciudadanos. Es lo que cree María Zaragoza, mientras que Rosa Montero afirma que la seguridad será siempre privada, incluida la de muchos ayuntamientos, que sustituirán a la policía con guardias privados, menos eficientes y peor preparados. Según García Miranda, nos encaminamos a algo parecido a un estado policial militar con un gran ordenador que nos controlará a todos, al más puro estilo Gran Hermano.
Accesibilidad
Ciudades accesibles y que tienen en cuenta a las minorías. Esto es lo que auguran la mayoría de nuestros escritores, aunque esto parece más un deseo que una realidad alcanzable. “En las ciudades en vía de desarrollo se va hacia una mayor integración y hacia una mayor sensibilidad por el diferente, también por los animales”, dice Rosa Montero. Algo en lo que coincide Felder: “La falta de accesibilidad dejará de ser un problema a corto plazo. De hecho, con el desarrollo tecnológico actual, vamos un poco atrasados en este sentido. No hay más que ver lo aparatoso de la situación cuando alguien en silla de ruedas se sube al autobús. Pero esto mejorará”. El punto discordante lo pone Carlos Gª Miranda que asegura que, si vamos a un mundo en crisis, “no es productivo tener espacios accesibles y podrían acabar desapareciendo”.
Cultura y ocio
Como ya está ocurriendo en países como Suecia, habrá una evolución hacia una optimización del trabajo, con reducciones en la jornada laboral, y eso hará que haya más tiempo libre. Esto repercutirá en un mayor número de espacios públicos, de mucha más variedad y muchos parques temáticos, según Pablo Felder. Diana P. Morales insiste en el aprovechamiento de los edificios vacíos, en los que se ubicarán aulas para talleres, locales de ensayo, puntos de encuentro de colectivos…
Estos escritores imaginan para nosotros la sociedad y las ciudades del futuro. Puede que no acierten en sus reflexiones por completo, o puede que sí, pero merece la pena imaginar con ellos. Que se lo hubieran dicho si no a Julio Verne.
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