Fermín Herrero
Podría declararme en ruinas ya o fingir
hasta el derrumbe, siempre a la defensiva,
y de la noche a la mañana desmoronarme
con el humo de lo quemado, voluntarioso
y sincero por último, vulgar,
como el vacío para los acróbatas. Luego
de tanto frutecer en falso cuando distante
me acomodaba al ritmo de los hielos
sin demandar respuestas, por fascículos,
con una indiferencia legionaria,
me dilapido solo y por entero. Sufro
de carne, tiempo. Agoto las fisuras
de las paredes medianeras que me apuntalan
a golpe de primate y nicotina,
cada vez más estrago en curso, tarde
mal y nunca, pues siempre en guardia
y fuera del alcance de las bocas.
Así, de día en día, me derribo en camisas
de fuerza que la edad va hilando,
vendo de la memoria el humo, lo que tuve
y perdí, con derecho de pernada y vituperio,
mas no me anuncio por palabras, resisto,
os las entrego gratis.
—Suelo no urbanizable—
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