Quién hace tu ropa: mujer joven, asiática, con un salario de 40 euros por 12 horas de jornada
Las organizaciones denuncian que las grandes compañías de la moda siguen vulnerando los derechos laborales más elementales
Las empresas externalizan la producción "allí donde los salarios son más reducidos y las condiciones de sindicación, más precarias"
Ana Requena Aguilar 15-05-2015
Detrás de los vaqueros que se compran en las tiendas del primer mundo se esconde una realidad muy poco amable. "Salarios míseros que no cubren las necesidades básicas, jornadas extensas, condiciones laborales inhumanas y peligrosas, trabajo infantil o ausencia de sindicatos legalmente constituidos son algunas de las violaciones de derechos fundamentales que se producen en el sector textil". La Coordinadora Estatal de Comercio Justo ha publicado un informe sobre la situación del sector textil en el mundo, un sector que esconde "situaciones de esclavitud moderna": las organizaciones denuncian que las grandes compañías de la moda siguen vulnerando los derechos laborales más elementales.
¿Quién hace nuestra ropa? El perfil es el de una mujer asiática con jornadas que pueden llegar a las catorce horas diarias y salarios que pueden ser estar entre 50 y 100 dólares mensuales.
Por qué Asia. Ninguna de las cincuenta compañías líderes del sector textil en el mundo garantizan salarios dignos, a pesar de que así lo recojan sus memorias de Responsabilidad Social Corporativa, asegura el informe. "En el sector textil, la explotación laboral es la norma más que la excepción. Las empresas externalizan la producción "allí donde los salarios son más reducidos y las condiciones de sindicación, más precarias". Las compañías se fijan, sobre todo, en el sudeste asiático y la India: el 60% de la producción de prendas de vestir se concentra en Asia.
Salarios bajos. En un sector que mueve 34.000 millones de euros al día solo en Europa, el salario medio de las personas que trabajan en el textil en el mundo es de seis euros diarios. Ese salario es mucho menor en países como Bangladesh y Vietnam, que cuentan con los sueldos más bajos del mundo, de unos cincuenta dólares mensuales (poco más de 40 euros).
A pesar de que el derrumbe del Rana Plaza en Bangladesh impulsó una oleada de protestas y de presión internacional y algunos países aumentaron los salarios, las subidas fueron insuficientes. En Camboya, por ejemplo, el salario mínimo se incrementó hasta 128 euros mensuales, aún lejos del nivel que la Alianza por un Salario Digno en Asia recomienda: esta red de sindicatos y organizaciones calcula que serían necesarios 283 dólares mensuales para cubrir las necesidades básicas.
Un sector feminizado. El 80% de las personas que trabajan en la elaboración de ropa son mujeres y la mayoría, jóvenes. Aún así, los salarios de las mujeres son más bajos que los de los hombres del sector, según la Campaña Ropa Limpia. El sueldo de las trabajadoras es entre un 10% y un 50% inferior que el de sus compañeros hombres que realizan trabajos iguales o del mismo valor. "Como se ven obligadas a trabajar más para llegar a fin de mes, es común que sufran agotamiento y lesiones causadas por el estrés y la sobrecarga de trabajo", dice el documento.
¿Por qué esta feminización? Las empresas ven ventajas en contratar mujeres. Consideran que sus manos son más ágiles para la costura, el corte y la confección. "A menudo cuentan con menos organización sindical y es más fácil contratarlas por un breve espacio de tiempo y un salario muy bajo, pues se asume que el ingreso familiar principal es el del varón", señala el informe. Sin embargo, muchos estudios demuestran que, a nivel mundial, cada vez son más las mujeres que tienen la responsabilidad de sostener a las familias.
Jornadas de doce horas. Las jornadas laborales de estas trabajadoras son de entre doce y catorce horas, aunque pueden llegar a extenderse hasta las 16 horas. Los centros de trabajo rara vez reúnen las mínimas condiciones de seguridad y salud laboral. Las organizaciones denuncian un hostigamiento sistemático a los sindicatos para impedir la movilización laboral y la exigencia de mejores condiciones.
En Bangladesh, registrar un sindicato era harto difícil. Después de la tragedia del Rana Plaza, el Gobierno cambió la legislación para facilitar su legalización, pero la represión persiste.
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