Fermín Herrero
Durante el funeral el rumor de las hojas
en la chopera del camino, su murmullo
cercano y tan ajeno al dolor, de espaldas
a la muerte, entregado al olvido. Luego, como
somos pocos, eché torpemente unas paladas
de tierra sobre el ataúd. Empecé
a sudar, qué vergüenza, recordé de pronto
el olor del almendro cuando estalla, la mirada
en vida del difunto, su sonrisa, que son tierra
también, aunque los muertos hablen, como en Rulfo.
—Los murmullos—
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