José Antonio Ramírez Lozano
Hay un dios más allá de tu Dios mismo
que abunda en su deidad
con dejarse en olvido, su abandono.
Con arroparse con su transparencia.
No preguntes por él.
Ni siquiera su nombre
diré por no enturbiarlo.
Templo es el aire de su don, amigo,
y basta respirar, para adorarlo,
el salmo de tu aliento.
Y estamos ya con él, estando solo.
Y él está con nosotros en su ausencia.
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