domingo, 21 de noviembre de 2010

PRENSA. "'El Principito' contra el talibán", reportaje de Natalia Junquera

Fuencisla Gozalo, en Afganistán ("El País")


En "El País":

'El Principito' contra el talibán
Las tropas españolas reparten el libro de Saint-Exupéry en Afganistán por iniciativa de una coleccionista

NATALIA JUNQUERA - Madrid - 19/11/2010

Los militares españoles desplegados en Afganistán jamás pensaron que harían algo parecido. Ni les prepararon ni les advirtieron sobre ello. No era peligroso, pero sí inusual: han estado repartiendo libros, ejemplares de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry traducidos al dari, un dialecto del farsi hablado en ese país.
No fue idea del Ministerio de Defensa, sino de una mujer llamada Fuencisla Gozalo, procuradora de profesión, que desde hace años colecciona ejemplares de esta obra en todos los idiomas del mundo. Lo tiene en 200 lenguas. Buscando nuevas incorporaciones para su librería descubrió la triste historia de un traductor afgano llamado Ghulam Sakhi Ghairat, hoy director de la Escuela Diplomática de Kabul, que en 1977 hizo una pequeña edición del libro en dari. "No llegó a venderse nunca y la conservó en cajas en su casa", le contó a la ministra de Defensa, Carme Chacón. Hasta que durante la guerra, bombardearon su vivienda. Todo ardió. "Él salvó la vida porque estaba en Nueva York", añadió.
"El día de mi cumpleaños le pedí a mis amigos que, en lugar de hacerme un regalo, me ayudaran a financiar una edición de El Principito en dari para repartirlo entre las mujeres y los niños afganos", cuenta Fuencisla. Sus amigos colaboraron para aportar 2.500 euros con los que financiar una tirada de 5.000 ejemplares de la traducción de Sakhi.
"Para repartirlos pensé que podía ayudarnos nuestro Ejército", explica, "y le envié una carta a la ministra". "Badghis es una provincia muy necesitada, y si no constituye un peligro para nuestros soldados creo que sería bueno que se encargasen de su reparto en escuelas, bibliotecas, entre las mujeres y los niños", decía la misiva.
El Ministerio de Defensa le contestó que le parecía una excelente idea y que se ponían manos a la obra. Fuencisla no quiso perdérselo y viajó a Afganistán para ver con sus propios ojos a mujeres y niños paseando con su ejemplar. "Ningún niño había podido leer El Principito. Ahora sí. Podrán aprender los valores que enseña el libro: honestidad, lealtad, amistad. El traductor me dijo que lo más importante para garantizar la seguridad en el futuro, para que los niños no terminen en campos de entrenamiento talibanes, es la educación".
El ejemplar lleva una dedicatoria a Fuencisla -"esperamos que, esté donde esté, su corazón lata siempre con el de millones de niños afganos"-, pero ella no se quedó satisfecha y, una vez en Kabul, se reunió con el viceministro de Educación. "Si nos dan un dólar, nosotros llevaremos lápices. Si nos dan más, podemos construir escuelas o colegios. Necesitamos 6.000. Gestionen ustedes el dinero, elijan ustedes a los constructores, y nosotros les regalaremos el terreno", les dijo el político afgano. Y Fuencisla Gozalo ya no pudo dejar de pensar en la posibilidad de construir un colegio en Kabul.
A los pocos días se celebró una segunda reunión en la Agregaduría de Defensa, a la que asistió la diputada Homaira Haqmal, profesora de Derecho en la Universidad de Kabul; el coronel Luis Herruzo; y el brigada José Manuel Nogales. Todos se entusiasmaron con el proyecto: decidieron crear la 'Fundación Cometa' para reunir fondos. Fuencisla es la presidenta; el coronel Herruzo, el vicepresidente. La idea es que en el colegio se emplee a mujeres y se eduque a los niños en la igualdad. La segunda lengua de la escuela sería el español.
En la exposición del proyecto, Fuencisla cita un extracto de la obra Taliban, de Ahmed Rashid, que dice lo siguiente: "Los niños se pasaban el día estudiando el Corán, las enseñanzas del profeta Mahoma y los principios fundamentales de la ley islámica interpretada por unos profesores que casi eran analfabetos. Aquellos estudiantes de las madrazas wahabies eran los discapacitados, los inquietos, los desempleados o los humildes. Admiraban la guerra porque era la única ocupación a la que tenían posibilidad de adaptarse. La simple creencia en un islam mesiánico y puritano que les habían inculcado a la fuerza unos simples mulás rurales era el único sostén con en el que podían contar para dar sentido a sus vidas".

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