Mónica López Bordón
Cruzo un desierto, sus páramos
y crepúsculos de infinitos sueños.
Miro alrededor y no tengo respuestas.
De todo lo que amo trazo un esbozo,
paraísos del alma,
estaciones sembradas de auroras y jardines.
En mi cuerpo están las huellas del alba,
su voz y una cantata sombría
por donde vaga la muerte
invitando a su fantasma.
Hoy tengo el espesor mudo del mar
y un largo llanto, los ojos vacíos
un vuelo de pájaro y un largo lamento.
Escribo el dolor sin nombre.
Abandono toda promesa
y bailan sobre un hilo
los cristales de las ausencias.
Nadie lo sabe pero en mi tristeza,
envuelta entre tus brazos, brota una flor.
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