“No + entrevistas / Me distorsionan todo lo que digo”. Nicanor Parra ya no habla para nadie. O casi nadie. Harto de los titulares, los extractos y las tergiversaciones de la síntesis periodística ha dicho todo lo que tenía que decir. La esencia de su pensamiento oral se encuentra reunido en el libro Conversaciones con Nicanor Parra (publicado por la Universidad Diego Portales de Chile), en el que el profesor Leonidas Morales dialoga sin prisa con el poeta, Premio Cervantes 2012, que cumple este viernes un siglo.
El interlocutor cuenta que lo que más le llamó la atención durante las cinco conversaciones que mantuvo entre el año 1970 y 1990 con el creador –aunque reniegue de este término- de la antipoesía es la memoria de elefante con la que acudía a las abundantes citas de versos, poemas y letras de canciones. Nombres, lugares, fechas, todo es transparente ante las explicaciones del genial artista. Incluso, la soltura de su sintaxis, “el orden imprevisible de las palabras, las redundancias, las reiteraciones de fórmulas y guiños verbales para llamar la atención del interlocutor”. Los recursos de un poeta humanista:
ESCRIBIR ES HABLAR
“La expresión literaria ha sido reemplazada por l expresión hablada, y parece que lo que buscan los poetas como los prosistas hoy día es el espíritu de la cultura de cada país en lo que podría llamarse el genio del idioma. Este es el camino correcto”, responde el maestro al profesor cuando éste le pregunta por su inclinación hacia la palabra hablada. Para Parra un verso es bueno cuando puede ser usado en un diálogo: “Nada de lo que es humano puede serle extraño al poeta”. Responde y ovación silenciosa.
BOMBAS POÉTICAS
Si no nunca han subido a una montaña rusa poética, abróchese el cinturón, llegan los Artefactos: “Chistes paRRa desorientar a la poesía”. La palabra se une a la imagen y al objeto para explotar delante de nuestros ojos. “Se trata de tocar puntos sensibles del lector con la punta de una aguja”. Son interjecciones que no dejan supervivientes. “Los artefactos son más bien como los fragmentos de una granada. La granada no se lanza entera contra la muchedumbre. Primero tiene que explotar: los fragmentos salen disparados a altas velocidades”.
PINCHAR AL LECTOR
Es decir, los artefactos son tan potentes como para atravesar al lector. De ahí que “los artefactos resulten ser la explosión del antipoema”. Parra llegó a ellos para penetrar al que lee o mira, para “sacarle de su modorra y pincharlo”.
Otra imagen de la muestra dedicada al poeta, en Santiago de Chile.EL POEMA QUE SE VE
La poesía de Parra es en esencia una poesía visual, que nace de raíces oníricas y surrealistas, que arma sus fundamentos en el arte moderno y que “el arte moderno fundamentalmente es la televisión, y la televisión es precisamente una sucesión de imágenes visuales”. “Para mí las imágenes visuales son las imágenes por excelencia, y sinceramente a mí no me interesa una poesía auditiva, no me interesa para nada”. Nada de lecturas, nada de leer: los antipoemas de Nicanor Parra se ven. Es el resultado de la desintegración de la palabra hasta dejarla en los huesos, en esquemas.
EL CREADOR DEL POP
Quebrantahuesos era “una especie de diario mural hecho a base de recortes de diario”. Con Parra estaban Enrique Linh y Jodorowski. Lo pegaban en las vitrinas del restaurante Naturista y el poeta asegura que tenían mucho éxito. Pero no ha sido valorado en su justa medida, inventaron el POP: “Yo estoy seguro de que en Chile inventamos el pop… Componíamos estos textos a base de titulares de prensa, los más grandotes, más gordos, espectaculares. Los componíamos prácticamente de acuerdo con las normas de los collages, del pop, y agregábamos ilustraciones insólitas”. Eso es, se mire como se mire, una obra pop. ¿Y con qué objetivo? “Quebrar huesos. La idea era no dejar títere con cabeza”, dice.
Parte de la exposición de Nicanor Parra en Chile.
EN EL NOMBRE DE CHAPLIN Y KAFKA
Después de profesar un amor incondicional por la poesía de Walt Whitman en su adolescencia –anonadado por el torrente volcánico lingüístico del norteamericano- llegó la atracción por Franz Kafka, en el que los dogmas del surrealismo “no estaban perfectamente integrados” a una obra literaria. Como en las películas cortas de Charles Chaplin. “Los poemas surrealistas en general eran ultra fragmentarios: no se sostenían estados de ánimo siquiera, no se sabía de qué trataba”. Les critica por retóricos, aunque con “relámpagos”. “En Kafka siempre hay una especie de espiritualidad, los objetos están como transformados en luz o en tinieblas”.
Y VIOLETA PARRA
En las conversaciones aparece un Nicanor entregado a la inteligencia musical de su hermana pequeña. Reconoce que Neruda no la tragó nunca. “O no la entendió nunca”, porque el centro de atención variaba si estaba ella: “La Violeta opacaba a todo el mundo. Y en las reuniones sociales hasta ese momento el florero centro de mesa era Neruda. Pero aparecía la Violeta con su guitarra y…” los poetas pasaban a la historia. Él la consideraba una parte de su propia persona y ella decía que sin Nicanor no había Violeta. Aquí una antiprueba antipoema: “La Viola y yo somos la misma persona / Sí: / no me tomen en serio pero créanmelo”. Y se repite que podía haber evitado su suicidio. “Si yo hubiera estado preparado como estoy ahora… Pero yo en la época en que ella se suicidó, no había llegado al taoísmo. De manera que no sabía nada sobre las relaciones humanas”.
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