Jim Thompson, implacablemente sombrío
Por: Guillermo Altares | 27 de diciembre de 2013
A lo largo de los últimos años, la serie negra de RBA ha ido rescatando la obra de uno de los autores más originales y salvajes de la literatura estadounidense: Jim Thompson. En total, ha publicado ya 10 novelas, algunas muy poco conocidas para el lector en español, como Aquí y ahora, sobre la que Juan Carlos Galindo escribió en este blog hace casi un año, o la reciente El exterminio (Traducción de Antonio Padilla) Thompson fue además un extraordinario guionista y ahora que vamos a entrar en un periodo de intenso recuerdo de la I Guerra Mundial, con la conmemoración del centenario de su estallido el próximo verano, no está de más reivindicar su faceta como guionista: escribió de Senderos de gloria, un demoledor filme antibelicista de Stanley Kubrick, que estuvo prohibido en España durante décadas. Sus libros han sido llevados al cine en numerosas ocasiones, desde Sam Peckimpah con La huida (la censura franquista también se ocupó de suprimir la escena final para evitar que ningún crimen quedase sin castigo) hasta Los timadores, de Stephen Frears, con una espectacular Annette Bening. Aunque su mejor adaptación es seguramente la versión de 1280 almas que realizó Bertrand Tavernier bajo el título de Coup de torchon. Tavernier llevó la historia al Senegal colonial francés sin que perdiese un ápice de su fuerza y original.
Jim Thompson (1906-1977) fue un escritor a la altura de su leyenda. Medio cherokee, su padre fue un sheriff corrupto que acabó huyendo a México (no fue muy lejos a buscar a alguno de sus personajes). Nunca terminó de estudiar, tuvo los trabajos más diversos, con épocas de alcoholismo salvaje, y sobrevivió a la pobreza durante la Gran Depresión de 1929. Fue comunista y padeció la Caza de Brujas del senador McCarthy. No publicó su primera novela hasta los 39 años (escribió 29 obras) y nunca llegó a un autor de masas en vida. Aunque, luego, a lo largo de las décadas y las adaptaciones cinematográficas, se ha acabado convirtiendo en un clásico.
Hace unos años, el escritor Lawrence Block reflexionaba en The New York Times sobre el éxito tardío de Thompson y aseguraba: “Tal vez ahora estemos más preparados para escuchar su mensaje que hace 30 años. Quizás su visión, implacablemente sombría, encaja mejor con nuestros tiempos que con el suyo. O quizás cualquier generación esté más dispuesta a aceptar un mensaje así desde la distancia. Por mi parte, siempre me gustó Thompson, incluso antes de que el mundo decidiese que era un genio”. Block hace una reivindicación de las cubiertas cutres de literatura popular en las que editaron sus obras durante muchos años. “Thompson, que recibió tan poco reconocimiento durante su vida, quizás esté recibiendo ahora demasiado. ¿Qué más da? Sigue teniendo cosas que decirnos. Merece la pena leer sus libros. Solo hay que tener en mente que tampoco es Shakespeare”.
Es cierto que toda su obra esta marcada por esa profunda oscuridad que describe Block y por eso es quizás ahora otro buen momento para leerlo. El exterminio es una novela extraña, en la que cuesta encontrar personajes con los que simpatizar. Manduwoc, el pueblo costero en decadencia el transcurre, es un personaje más y tampoco es simpático. Thompson, al igual que Elmore Leonard, es un escritor que dialoga especialmente bien. No es una lectura reconfortante, pero es una gran lectura. Como todo Thompson.
No hay comentarios:
Publicar un comentario