Percy B. Shelley
Hallé un viajero que la vuelta hacía
de un antiguo país y así me dijo:
"De pie sobre la arena del desierto,
en el busto que un tiempo sostenían,
hay dos enormes piernas de granito:
de ellas no lejos, enterrada un tanto,
yace rota cabeza. Altiva frente,
plegado labio, irónica sonrisa,
de frío imperio a revelar alcanza
cuán bien el escultor sintió pasiones,
cuyo sello, infundido a la materia,
sobrevive a la mano que las finge
al corazón, cuyo alimento fueron.
El pedestal conserva aquel escrito:
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes;
del Universo potestades, mi obra
ved y desesperad"; y allí no hay nada,
y de la ruina colosal en torno
tienden, ilimitadas y desnudas,
su nivel solitario las arenas.
Trad.: Miguel Sánchez Pesquera
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