Vicenç Navarro
La insensibilidad moral de la Iglesia católica
Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
No existe plena conciencia en España del enorme conservadurismo de las máximas autoridades eclesiásticas de la Iglesia Católica en nuestro país, resultado de su histórica alianza con las fuerzas ultraconservadoras que han dominado al Estado español en los últimos setenta y cinco años. Y quisiera aclarar que cuando hablo de la jerarquía española, incluyo también a la catalana y a la vasca que, aún siendo más sensibles hacia el carácter plurinacional del Estado español, continúan siendo insensibles hacia el bienestar social de las clases populares, limitando su acción a la labor asistencial de carácter caritativo, la cual, sin desmerecer su valor para sectores muy vulnerables de la población, no afecta al bienestar general de la mayoría de la población, seriamente afectada por las políticas públicas de austeridad del gasto público del Estado español (tanto el central como las CCAA). Los recortes de gasto público social que caracterizan a estas políticas públicas de austeridad contribuyen en gran medida al deterioro de la calidad de vida de la población. La falta de crítica de la Iglesia Católica hacia estas políticas públicas promovidas ahora por los gobiernos conservadores que están debilitando enormemente las transferencias (como las pensiones) y los servicios públicos (como sanidad, educación y servicios sociales del Estado del Bienestar) es sorprendente en una institución –como la Iglesia Católica- que se presenta como promotora de la moral individual y colectiva de una sociedad. El énfasis en la caridad, en ausencia de una preocupación por la justicia y la equidad, suena a una incoherencia próxima al escapismo y cercana al oportunismo.
Su aparente preocupación por los síntomas –la pobreza- con deliberado olvido de sus causas –la injusticia y explotación social- es una muestra de una moral oportunista, afín a las estructuras de poder responsables de la pobreza. Hoy el deterioro del bienestar de la población se está generando mediante unas intervenciones públicas que sistemáticamente apoyan a unos sectores y clases sociales a costa de otros. La evidencia de ello es abrumadora.
De ahí que, comparando el silencio ensordecedor de las autoridades eclesiásticas frente a estas políticas públicas con la protesta activa y contundente frente a las políticas que facilitan el aborto y permiten la homosexualidad, parezca lógico concluir que la jerarquía eclesiástica tiene una gran preocupación (que alcanza niveles casi de obsesión) por los derechos de los que no han nacido todavía (en su lucha, por ejemplo, contra el aborto) y en cambio muestra una desatención hacia los derechos de los que ya han nacido.
Comparando con la Iglesia Protestante Anglicana
Este ultraconservadurismo se pone en evidencia claramente cuando se compara también su comportamiento con el de la Iglesia Protestante Anglicana en Gran Bretaña frente a una situación semejante a la de España . El Sr. Rajoy de Gran Bretaña se llama Sr. David Cameron, presidente del PP británico que se llama Partido Conservador. Como en España, el Partido Conservador ha sido históricamente muy cercano a la Iglesia Anglicana hasta el punto de que solía llamársele el Partido Conservador con Sotana. Pero esta relación se ha ido debilitando y, aunque es el partido más próximo a esta Iglesia, el hecho es que últimamente ha habido bastantes enfrentamientos sobre temas de política económica y social.
Así, el gobierno presidido por David Cameron ha estado, como también el gobierno Rajoy, debilitando el Servicio Nacional de Salud (National Health Service, NHS) a base de recortes de gasto público sanitario, que están destruyendo el servicio. 25.145 empleados han sido despedidos; se ha reducido el 6% de todas las camas hospitalarias; el tiempo de espera promedio ha alcanzado la mayor cifra conocida; la satisfacción del usuario con estos servicios ha decaído, bajando de un 70% en 2010 a un 60% en 2012; la privatización de la sanidad ha sido favorecida por estos recortes, que están afectando a la calidad de los servicios sanitarios públicos; 12 hospitales públicos han sido privatizados; y así un largo etcétera, políticas, todas ellas, que están siendo aplicadas aquí en España por el Partido Popular, el partido más próximo a la Iglesia Católica (junto con CiU, cuyo gobierno está llevando a cabo políticas también semejantes en Catalunya).
Pues bien, en Gran Bretaña las autoridades máximas de la Iglesia Anglicana han denunciado pública y extensamente estas políticas. Un ejemplo es el simposio convocado por el Arzobispo de York para analizar los valores morales que guiaban el desarrollo de estas políticas. El documento preparado por el Arzobispo John Sentamu (Health and Well-Being, and the NHS) debería ser lectura obligatoria para todas las autoridades de la jerarquía católica española, para todos los creyentes católicos y para todos los votantes del PP (y de CiU). Sería deseable que algún católico progresista lo tradujera. El documento incluye comentarios como los siguientes:
“Deberíamos favorecer aquellas políticas que alientan el sentido de hermandad de los que viven en nuestro país. (…) Estas políticas de recortes van en contra de estos valores (…) afectan a la dignidad de las personas.(…) No podemos apoyar políticas que separan, no unen, a personas, y muy en especial en momentos de gran vulnerabilidad, como en la enfermedad.(…) La compasión necesita ir asociada con el sentido de dignidad, derechos y equidad.(…) La moral nos exige construir una sociedad bajo estos principios.(…) Es nuestra obligación defender los principios de Bevan (el Ministro de Salud del gobierno laborista británico que estableció el NHS) que dan el derecho a cada ciudadano de tener acceso a los servicios sanitarios.(…) No podemos apoyar o estar callados frente a una situación como la actual en la que este derecho está siendo afectado en la práctica por las políticas de recortes. (…) No podemos aceptar por razones morales que la atención sanitaria dependa de la capacidad de pago del paciente. (…) El NHS debería estar financiado progresivamente, de manera que contribuyan con impuestos más acentuados los que más tienen. (…) Debemos apoyar a un sistema público en el que tanto los pacientes como los que trabajan en él sean respetados y queridos por el sistema. Un hospital no puede ser un supermercado. (…) Necesitamos expresar nuestro profundo desacuerdo con aquellos políticos que no respetan la justicia social que guía la financiación y provisión de servicios del NHS, de manera que los recursos se financien según el nivel de renta e ingresos de la ciudadanía, y que se distribuyan según la necesidad de los pacientes. Necesitamos hablar claro a favor de la equidad”.
Nada semejante a este documento ha sido firmado por ningún obispo español, en respuesta a la crisis actual. Aquí toda crítica de la Iglesia al gobierno ha sido sobre temas relacionados con el sexo (aborto, homosexualidad) y sobre los ingresos a la Iglesia por parte del Estado, y nada, repito, nada, sobre justicia social. Y es ahí donde sería deseable que hubiera un movimiento en las bases de la Iglesia Católica española (incluyendo la catalana y la vasca) para exigir un cambio en sus dirigentes. Es de una enorme importancia para que la situación actual pueda cambiar. Así pasó en Gran Bretaña y así podría (y debería) ocurrir en nuestro país.
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