El astrónomo Brian Schmidt en la fundación BBVA. en Madrid. / LUIS SEVILLANO (EL PAÍS)
“Lo que Einstein llamó su mayor error, sería mi mayor hallazgo”
El astrónomo australiano descubrió, con sus colegas, que el universo, lejos de estar frenándose 13.800 millones de años después del Big Bang, está acelerándose. Los científicos no saben por qué y hablan de energía oscura
ALICIA RIVERA Madrid 26 ABR 2013
“La constante cosmológica, que Einstein llamó su mayor error, podría ser mi mayor descubrimiento”. Poquísimas personas pueden permitirse el lujo de decir algo así. El astrónomo australiano Brian Schmidt sí puede, y lo dice en condicional, pero ya le han dado el premio Nobel de Física por ese descubrimiento que hizo con 31 años y la tesis doctoral reciente. Todo empezó, recuerda ahora, con unas observaciones de galaxias cuyos resultados eran tan locos que, cuando los vio, se preguntó: “¿Qué hemos hecho mal?”. Temió incluso que aquello fuera el final de su carrera de científico casi recién estrenada. Repasó todo de nuevo durante semanas con su equipo, una veintena de personas, y seguía saliendo lo mismo: la expansión del universo, en lugar de estar frenándose, estaba acelerándose. Pero decían lo mismo los resultados idénticos del equipo competidor estadounidense, de Saul Perlmutter y Adam Riess (que compartieron el Nobel con Schmidt). “Entonces me di cuenta de que iba a ser algo grande”, recuerda el científico de la Universidad Nacional Australiana. Aunque muchos científicos, reconoce, recibieron la noticia con incredulidad. “Es que la ciencia es conservadora: estamos siempre poniendo a prueba nuestras ideas, pero cuando una pone todo patas arriba, somos escépticos”, dice Schmidt, que esta semana ha dado una conferencia en Madrid, en la Fundación BBVA.
¿Y Einstein qué pinta en todo esto? La historia de la aceleración del universo, o de la energía oscura, como se conoce, es fascinante de principio a fin, y nadie sabe cuando se aclarará el misterio. Pero una idea del sabio alemán, de 1917, que él mismo consideró su “mayor error”, puede ser la explicación del asombroso descubrimiento de 1998.
Para entenderlo es mejor seguir las explicaciones de Schmidt. “Lo que nosotros hicimos fue observar estrellas que explotan, llamada supernovas, y utilizarlas para medir, por su brillo aparente, distancias en el universo”. Se trataba, explica, de aprovechar las últimas tecnologías en astronomía con los telescopios más grandes para medir con precisión “cuánto se estira el universo”, es decir, la llamada constante de Hubble. Fue el astrónomo estadounidense Edwin Hubble quien descubrió, en 1929, que las galaxias están separándose unas de otras y que cuanto más lejos están del observador, mayor es la velocidad aparente a la que se alejan de él. Así nació la teoría del Big Bang, que describe esa huida masiva general de las galaxias a partir de una gran explosión inicial. Einstein no lo esperaba. Creía, como todos los científicos entonces, que el universo era estático y, como sus ecuaciones de la relatividad le daban un cosmos que colapsaría sobre sí mismo, había introducido la constante cosmológica para frenarlo. Cuando Hubble constató que el universo estaba en expansión, ya no hacía falta en las ecuaciones de Einstein ese aparente artificio, que es “una energía del espacio”, señala Schmidt. Y resulta que ahora es la mejor teoría que los físicos tienen para explicar su gran descubrimiento.
“Esa energía del espacio es una presión negativa, y eso la gente lo entiende porque, si cojo el pistón de un motor y lo oprimo, el aire que tiene dentro presiona en contra, hacia fuera”, dice el australiano. En el universo dice, el efecto de apretar el pistón es la atracción gravitatoria de la materia, que haría que el universo se frenase y la presión hacia fuera es la energía oscura. Cuando esta energía domina el cosmos, cada vez más grande, su efecto contrarresta al de la atracción y en lugar de frenarse se acelera. Pero atención, “esta energía es el espacio mismo y está en todas partes, esta en usted, en la galaxia... lo que pasa es que aquí su proporción es insignificante y no se nota”.
¿Así que Einstein Tenía razón incluso cuando creyó equivocarse? “Hay muchas explicaciones alternativas, miles de ellas, para la aceleración de la expansión que observamos, pero su constante cosmológica es la que mejor, y la más simple”, responde Schmidt. El misterio sigue abierto.
“Ahora sabemos que el universo está hecho de energía oscura (casi un 70%), materia oscura (25%) y átomos corrientes (5%). ¡El 70% había pasado desapercibido”, se asombra Schmidt.
¿Entonces, saben los científicos más o menos del universo? “Estamos en aquello de lo conocido, lo que conocemos que desconocemos y lo que desconocemos que desconocemos. Así que hemos pasado de lo tercero a lo segundo, pero ahí está la belleza de la ciencia”. Y más incógnitas que se abren: “Con la aceleración, si el universo se expande cada vez más deprisa, las galaxias se separarán tanto unas de otras y tan rápido y estarán tan lejos de nosotros que su luz no logrará alcanzarnos. Se verá un cielo con estrellas, pero sin galaxias, solo la de Andrómeda”, comenta Schmidt. “Será un cosmos solitario y un astrónomo como yo no tendría trabajo”, se lamenta.
Schmidt se declara optimista sobre la energía oscura y espera que se logre comprender en unos años. Pero a lo mejor... “imagínese que la Tierra no se hubiera formado unos 9.000 millones de años después del Big Bang sino mucho después; cómo cosmólogo, observo el cielo y no veo galaxias, así que no puedo descubrir la expansión del universo, ni la aceleración, es decir, que no puedo entender cómo funciona el cosmos porque en su evolución se ha perdido información”, plantea Schmidt. “Me resulta inquietante; como científico, me gustaría pensar que se puede llegar a comprender prácticamente todo”.
Schmidt sigue siendo atrevido, aunque diga que el premio Nobel hace conservador al científico “porque coge miedo a equivocarse, porque parece que tiene que ser infalible, cuando el científico, que está explorando en la misma frontera del conocimiento, adentrándose en lo nuevo, tiene que atreverse a cometer errores”.
No quiere este australiano nacido en EEUU acabar sin darle ogro giro de tuerca a la ciencia que, se le nota, ama. Y se refiere a su utilidad, al porqué es necesario invertir esfuerzo en la investigación fundamental. “La ciencia, la astronomía, es pensar, y al hacerlo abrimos la mente a nuevas ideas, a cómo abordar problemas y posibilidades, y esto es rentable para la sociedad. Al hacer un nuevo telescopio estás investigando cosas que nadie ha pensado antes y eso entrena a las personas”, apunta. Remata con dos ejemplos: “La web nació en el Laboratorio Europeo de Física de partículas, CERN, un centro de investigación básica; y el wifi lo inventó un colega mío radioastrónomo en Australia, John O´Sullivan, que estudiaba como se evapora un agujero negro y tenía que solucionar el problema de cómo rebotan las ondas radio en la galaxia... Así empezó a trabajar con señales múltiples y la solución de la astronomía se tradujo en el wifi”.
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