Albert Kesselring y Erwin Rommel (derecha), en Libia en septiembre de 1942.- AP. ("El País")
El escritor británico Guy Saville. ("El País")
En "El País":
REPORTAJE: libros
África bajo el yugo de la esvástica
Guy Saville imagina en una novela de historia alternativa basada en una amplia investigación la (mala) suerte del continente negro con un III Reich victorioso.
JACINTO ANTÓN - Barcelona - 23/08/2011
Para Hitler los negros eran una raza inferior, apenas algo menos peligrosos que los judíos e igualmente capaces de corromper la raza aria (lo apunta en Mein Kampf). ¿Qué hubiera sucedido si los alemanes hubieran salido triunfadores de la II Guerra Mundial y hubieran tenido las manos libres en el África negra? Hay indicios de que la barbarie nazi se hubiera extendido con especial salvajismo a esas tierras y que el destino del atormentado continente hubiera sido incluso peor, muchísimo peor, de lo que le ha deparado la realidad. Un corazón de las tinieblas más oscuro.
En una novela absorbente y a la vez un ejercicio notable de historia alternativa, El Reich africano (Ediciones B), el escritor británico Guy Saville imagina, basándose en una amplia documentación histórica, ese África bajo la esvástica que pone los pelos de punta. Se trata de una novela de acción, deudora de los relatos de aventuras de comandos y cuerpos de operaciones especiales tipo Bravo, two, zero, un género al que son muy aficionados los anglosajones, pero Saville la ha enmarcado con verdadera gracia -es un decir- en un mundo terriblemente coherente y plausible.
Estamos en 1952, y un grupo de mercenarios trata de asesinar a un alto oficial de las SS en el Congo alemán. Sí, lo han oído bien. En esta negra ucronía, en febrero de 1944, los nazis invadieron el país y Leopoldville fue rebautizada como Nuevo Berlín. En la cronología paralela de Saville, cuyo punto fundamental es la derrota de los británicos en Dunkerke, Hitler ha puesto en manos de las SS la gestión del continente (hay un Einsatzgruppen Kongo) y se están produciendo deportaciones masivas de población negra al Sáhara que dan muy mala espina. Paralelamente se construyen grandes autopistas -esa obsesión alemana-, como la Autobahn panafricana. En 1949, en el sesenta aniversario de Hitler, se ha cambiado el nombre del río Congo por el Klara, en honor de la madre del Führer. El novelista incluye datos que son un guiño a los conocedores de las interioridades de la II Guerra Mundial como que al Afrika Korps victorioso lo conduce Von Arnim y no Rommel, que se ha retirado enfermo en 1943. "Cuando decidí ambientar mi novela en ese ambiente imaginado busqué toda la documentación posible para hacerlo verosímil", explica Saville. "Hay muy pocos datos sobre los planes de los nazis para África, y tuve que rastrearlos minuciosamente en libros y archivos". Le digo al autor que la referencia popular sobre las ucronías nazis es Patria, de Robert Harris, llevada al cine con Rutger Hauer. "Es una de mis novelas favoritas, me encanta la fusión de los hechos reales con un buen thriller". Una de las consecuencias más relevantes de la conquista nazi de África hubiera sido que se hubiera podido llevar a cabo el plan original de deportar a los judíos a Madagascar. Saville indica en su cronología que en marzo de 1950 hay 10,5 millones de judíos en la isla, cuyo gobernador es ¡Odilo Globocnik! ¿La desgracia de África podría haber sido la salvación de los judíos? "Bueno, no imaginé que los nazis pensaban en Madagascar como un lugar de recreo, las condiciones habrían sido horribles, un enorme gueto". ¿Hubiera habido un Holocausto negro? "En mi visión, sí". ¿Peor que el Congo belga? "Sí, los nazis tenían la capacidad única de sistematizar el horror". Saville recuerda que ya los alemanes del II Reich demostraron ser a principios del siglo XX colonialistas sin escrúpulos, como atestiguarían los herero de Namibia, contra los que el general Von Trotha lanzó una orden de, literalmente, exterminio (Vernichtungsbefehl) avant la lettre. El gobernador civil de la colonia era Heinrich Goering, el padre de Hermann Goering.
El novelista, que opina que Hitler tenía más interés por África de lo que trasluce una primera mirada, supone que los nazis se hubieran empleado a fondo en una despiadada explotación del continente como hicieron en todas partes. Imagina que habría habido las mismas luchas por el poder y las competencias de los distintos agentes del régimen, aunque al final las SS se hubieran llevado el gato al agua.
Dentro del espanto de lo que imagina, Saville dice que ha disfrutado creando los detalles de ese mundo sombrío. Desde la iconografía de las tropas nazis, con la insignia de la palmera del Afrika Korps pero con las SS en el tronco. Todas las armas, reactores supersónicos ME-362, helicópteros artillados Walküre, fusiles de asalto BK, están basadas en planes auténticos de desarrollo armamentístico nazi. En lo que nos atañe, los nazis de la novela han ocupado también Canarias. "Todo eso da poder a la ficción", afirma satisfecho el novelista. Una objeción: difícilmente los alemanes hubieran bautizado a una acción militar como 'Operación Banana'... "No, no, reconozco que suena extraño, pero está en los archivos. Es el nombre de la proyectada invasión de África del Oeste, un nombre infortunado, sin duda".
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