Además de la entrega de premios, hemos asistido a una actuación de gimnasia rítmica, a cargo de alumnos/as del CEIP "Averroes", y al cuenta-cuentos de Cristina Marabotto.
Mario Calvo, alumno de 2º ESO A del IES "Maimónides" ha sido uno de los ganadores. Éste es su relato:
DIARIO DE UN ESTUDIANTE
15 de septiembre de 2008.
Hola, me llamo Carlos, tengo 13 años, vivo en Córdoba y voy al Instituto “Maimónides”. Bueno, empiezo por decir por qué me he decidido a escribir este diario. Pues no estoy muy seguro: creo que por una parte quisiera inmortalizar de alguna forma mi existencia y, por otra parte, pienso que en alguna parte de mi interior hay una leve frustración, causada, supongo, por no ser nadie en este mundo donde hoy empiezo a dar mis primeros pasos en la adolescencia. Por eso hoy he mirado al mundo desde la perspectiva de un director de teatro, y me he preguntado
- ¿Por qué no escribir un diario donde contar hechos que solo interesan a mis pensamientos?
22 de septiembre de 2008.
Ya ha pasado una semana desde el comienzo de las clases y todo va sobre ruedas, todavía no he tenido ningún examen y tengo tiempo para salir con mis amigos a jugar al baloncesto o simplemente aburrirme, que no está nada mal, pensando en los tiempos de exámenes que van a venir a lo largo del curso. Sin embargo, hay un pensamiento pululando por mi cabeza que interrumpe los momentos que dedico a pensar en las musarañas. Y es que cada día que voy caminando hacia el instituto por la calle San Pablo con compañeros que me encuentro por el camino, cuando estoy en la puerta del centro para entrar y se oye el timbre que da comienzo a las clases, hay alumnos que, en vez de entrar, se encienden un cigarro y se van presumiendo de que ellos “pasan de todo ese rollo”. Yo, al pensar que esos chavales están en la calle tomando el sol y disfrutando del buen día o durmiendo en sus casas sin importarles la hora, y yo estoy en una clase encerrado con un sueño insaciable, escuchando a un profesor que mantiene su tono inexpresivo de voz en su explicación y eso alimenta más mi sueño, no puedo evitar sentir envidia.
13 de junio de 2009.
Se acercan las vacaciones de verano y estamos en plena época de exámenes. Los exámenes, controles, test o como lo quieran llamar los profesores se me amontonan y las horas de las tardes me parecen demasiado cortas como para preparar la cantidad de exámenes que los profesores sin compasión alguna fijan para estas fechas. Esto, añadido al calor infernal que supone esta ciudad a mediados de junio, hacen de estos días previos a lo que cualquier alumno o persona que pueda disfrutarlas considera como el paraíso, las vacaciones de verano. Esta tarde, cuando agotado de estudiar me asomo a la ventana de mi cuarto que casualmente da a un parque con canastas de baloncesto, veo, para mi sorpresa a Fran, un compañero de la clase.
- ¡Fran!- le dije-. ¿Por qué no estás estudiando? Mañana tenemos 4 exámenes muy complicados.
- ¡Bah! No pienso ir a clase- me respondió.
En ese momento una sensación de idiotez profunda me revolvió las tripas, y solté un grito indescriptible hacia mi interior, porque, mientras yo estaba estudiando como no lo había hecho nunca, él estaba allí, en el parque, al sol, echando unos tiros.
1 de octubre de 2021.
Hoy, haciendo limpieza para la mudanza a mi propio piso, he entrado en el cuarto que ha sido mi fábrica de sueños durante todos estos años, y he encontrado mi viejo diario entre unas revistas de un baúl y me he decidido a escribir su final.
Hoy he salido de mi nuevo trabajo. Soy director de un banco a nivel internacional y es un trabajo que me encanta. Al salir de la oficina después de haber cobrado mi primer sueldo como director de banco he ido a tomar una cerveza con mis amigos, y al pedir algo para comer el camarero que me ha atendido con cara de pocos amigos por un trabajo que no le satisface y que encima cobra lo mínimo para vivir, era uno de mis compañeros de clase, que nunca venía al colegio. Después, camino a mi casa, pasé por un supermercado para comprar unas cuantas cosas que faltaban para la cena, y la dependienta que me cobró era compañera mía de clase y ella tampoco venía nunca a clase. Llegando ya a mi casa, vi a un hombre pidiendo limosna y al acercarme un poco más a él para darle un par de euros observé para mi sorpresa que aquel tipo era Fran, al que le daba igual ir a clase. Y en ese momento descubrí que todo lo que un día sentí, envidia, frustración… y hasta creí estar haciendo el idiota, todo eso se esfumó, desapareció en el aire, y si algún día creí que todos aquellos que no estudiaban y estaban todo el día haciendo lo que querían vivían mejor, hoy he descubierto que no, y que el que vive mucho mejor soy yo. Mientras yo viviré como yo quiera, ellos ya han condenado su futuro, y entonces recordé una frase que siempre me repetía mi profesor de filosofía: “El futuro casi siempre es más largo que el presente”. Tras recordar esto, solo asentí con la cabeza y me sentí libre.
Y ahora, unas fotos del acto:
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