EL PROFESOR ES LA DIFERENCIA
La calidad de la enseñanza de un país no puede ser mayor que la calidad de cada uno de sus profesores, aseguraba la semana pasada el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, al presentar una macroencuesta a 90.000 docentes de secundaria de 23 países. El informe Talis deja claro que las mayores diferencias de percepción del clima escolar, de las relaciones entre docentes y alumnos no se dan entre países (25%), ni siquiera entre el centro que está en la zona rica y el que está en la zona pobre (10%), sino entre los profesores de un mismo colegio que dan clase cada día a los mismos alumnos (65%).
Respecto a la disciplina, el tiempo que pierden los profesores en clase haciendo callar a sus alumnos también varía, sobre todo dentro de la misma escuela: un 85% de las variaciones en lo que el informe llama el ambiente disciplinario de la clase.
Así, lo que dice el estudio es que la diferencia la marca cada docente. "Dado que la mayor cantidad de variaciones en la pérdida de tiempo lectivo se observa entre diferentes profesores dentro de los centros, parece más necesaria una política de prestar atención a las habilidades y la disposición de los profesores a nivel individual que mejorar el ambiente y la disciplina generales de los centros", dice el informe Talis.
Así, desde que el estudio se publicara la semana pasada, las reclamaciones más repetidas han sido las de una mayor formación pedagógica para el profesorado y más profesionales de apoyo, sobre todo teniendo en cuenta que los docentes españoles son los que peor percepción tienen del ambiente escolar en sus colegios e institutos de los 23 países que han participado en el estudio.
"Lo decisivo, en todo caso, es el profesor", dice el catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca Mariano Fernández Enguita. No le extrañan esos resultados del informe, dice, sobre una institución tan basada en enseñar en grupos pequeños alrededor del docente. "Los alumnos, por otra parte, son muy capaces de variar su comportamiento según el contexto, y el orden en un aula dependerá del grado en que el profesor establezca unas reglas claras, cumpla su parte en ellas o simplemente haga su trabajo", dice Fernández Enguita.
Otro catedrático de Sociología, Julio Carabaña, de la Universidad Complutense, advierte de su gran desconfianza ante este tipo de estudios, que reflejan percepciones haciendo preguntas muy abiertas. En cualquier caso, tampoco está de acuerdo con la receta de formación que sugiere el informe, ya que es muy difícil influir, cambiar lo "que tiene que ver con los rasgos de personalidad del profesor", por muchas herramientas que se le den. Para Carabaña, donde sí sería mucho más efectivo intervenir para mejorar ese clima es cambiando la organización de las clases "para facilitarle al profesor la toma de control", por ejemplo, pensando muy bien cómo agrupar a los alumnos más indisciplinados.
Sí está de acuerdo Carabaña, sin embargo, en que el ambiente de una clase (esas interrupciones) es crucial para el aprendizaje. "No importa si perder 10 minutos haciendo callar es mucho o poco tiempo, basta con que el profesor lo perciba como demasiado y le cree tensión", dice.
Para Fernández Enguita, "una encuesta, por supuesto, recoge percepciones de los problemas sobre los que pregunta, no sobre los problemas mismos, y puede que donde una ve la botella medio llena otro la vea medio vacía". Estas diferentes percepciones sobre una misma realidad pueden ser el reflejo de que los profesores usan métodos de trabajo muy distintos, con muy poca comunicación y colaboración entre ellos, es decir, que cada uno hace la guerra por su cuenta: "Como tantas veces se ha dicho, los institutos suelen ser organizaciones sin una dirección con autoridad y con competencias y sin un proyecto efectivo".
Respecto a la disciplina, el tiempo que pierden los profesores en clase haciendo callar a sus alumnos también varía, sobre todo dentro de la misma escuela: un 85% de las variaciones en lo que el informe llama el ambiente disciplinario de la clase.
Así, lo que dice el estudio es que la diferencia la marca cada docente. "Dado que la mayor cantidad de variaciones en la pérdida de tiempo lectivo se observa entre diferentes profesores dentro de los centros, parece más necesaria una política de prestar atención a las habilidades y la disposición de los profesores a nivel individual que mejorar el ambiente y la disciplina generales de los centros", dice el informe Talis.
Así, desde que el estudio se publicara la semana pasada, las reclamaciones más repetidas han sido las de una mayor formación pedagógica para el profesorado y más profesionales de apoyo, sobre todo teniendo en cuenta que los docentes españoles son los que peor percepción tienen del ambiente escolar en sus colegios e institutos de los 23 países que han participado en el estudio.
"Lo decisivo, en todo caso, es el profesor", dice el catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca Mariano Fernández Enguita. No le extrañan esos resultados del informe, dice, sobre una institución tan basada en enseñar en grupos pequeños alrededor del docente. "Los alumnos, por otra parte, son muy capaces de variar su comportamiento según el contexto, y el orden en un aula dependerá del grado en que el profesor establezca unas reglas claras, cumpla su parte en ellas o simplemente haga su trabajo", dice Fernández Enguita.
Otro catedrático de Sociología, Julio Carabaña, de la Universidad Complutense, advierte de su gran desconfianza ante este tipo de estudios, que reflejan percepciones haciendo preguntas muy abiertas. En cualquier caso, tampoco está de acuerdo con la receta de formación que sugiere el informe, ya que es muy difícil influir, cambiar lo "que tiene que ver con los rasgos de personalidad del profesor", por muchas herramientas que se le den. Para Carabaña, donde sí sería mucho más efectivo intervenir para mejorar ese clima es cambiando la organización de las clases "para facilitarle al profesor la toma de control", por ejemplo, pensando muy bien cómo agrupar a los alumnos más indisciplinados.
Sí está de acuerdo Carabaña, sin embargo, en que el ambiente de una clase (esas interrupciones) es crucial para el aprendizaje. "No importa si perder 10 minutos haciendo callar es mucho o poco tiempo, basta con que el profesor lo perciba como demasiado y le cree tensión", dice.
Para Fernández Enguita, "una encuesta, por supuesto, recoge percepciones de los problemas sobre los que pregunta, no sobre los problemas mismos, y puede que donde una ve la botella medio llena otro la vea medio vacía". Estas diferentes percepciones sobre una misma realidad pueden ser el reflejo de que los profesores usan métodos de trabajo muy distintos, con muy poca comunicación y colaboración entre ellos, es decir, que cada uno hace la guerra por su cuenta: "Como tantas veces se ha dicho, los institutos suelen ser organizaciones sin una dirección con autoridad y con competencias y sin un proyecto efectivo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario