Yo a las mujeres me las imaginaba bonitas, pintadas como la rubia de la esquina que siempre sale a la calle cuando empieza a oscurecerse, pero la Chana llegó a la casa gritando el otro día y le dijo a la mamá que no se había atrevido a contarle nada a la señorita, que lo que le pasaba era demasiado terrible. Entonces se había escapado nomás del colegio por arriba de la pandereta congelada de miedo de no alcanzar a llegar y caerse muerta por el camino.
La mamá estaba lavando cuando llegó con el berrinche y, como siempre hace alharacas, ni se dio vuelta para mirarla mientras ella lloraba y lloraba hasta que la Chana le dijo de una herida que yo no pude oír bien. Ahí la hizo callar porque estaba yo y le dijo que mejor se iban a conversar detrás de la casa para que la hermana chica -o sea yo- no escuchara. Pero por la muralla del fondo se oye todo y yo me puse bien cerca hasta pegar la oreja, igual la Chana habló gritando todo el rato aunque la mamá la hacía callar por mí.
Claro que ahora que lo pienso mejor las mujeres no tienen por qué ser bonitas. Por ejemplo, la mamá es mujer y es muy guatona. Yo creo que por eso el papá se fue y la dejó sola. Las mujeres que les gustan a los hombres son las bonitas, como la rubia, que nunca anda sola.
Algo se puso a decir la Chana, que ahora sí que sabía que eso estaba mal, que hace días la vino a dejar el Tito después de esa fiesta que hubo hasta bien tarde (yo quería esperarla, pero me quedé dormida) y los dos se quedaron atrás, en el patio chico, tocándose, pero que ahora estaba arrepentida de todo y no se quería morir por esa herida que tenía.
Como la mamá la quiere harto a la Chana la consoló al tiro claro que primero le dio unas cachetadas y le dijo cochina desobediente. Pero después la tranquilizó riéndose y le dijo que no le iba a pasar nada, que se quedara callada de una vez y le diera a ella los calzones para lavarlos mientras la Chana buscaba otro par en los cajones y además un trapo limpio. Le dijo que desde ahora iba a tener que preocuparse de lavarlos y cambiarlos hartas veces al día por todos los meses y años. Porque ya eres mujer le dijo después.
Yo no entiendo qué tiene que ver ser mujer con eso de los trapos. Parece que todas las mujeres lavan ropa cuando grandes como la mamá, sólo que a algunas no se les nota. Capaz que la rubia de la esquina también. Yo creo que el Tito a la Chana tiene que haberle pegado por fea cuando vinieron juntos a la casa, y que él le hizo la herida. Si todos los hombres pegan, y a lo mejor por eso le dijo la mamá a la Chana que ya era mujer.
Después de un rato se fue a cambiar de calzones a1 lugar más apartado, pero yo igual la vi cómo lloraba, despacio sin que oyera la mamá y le pudiera volver a pegar. Pero la mamá ya estaba metiendo los calzones sucios en un tiesto con agua que salió colorada, y se rio. Cuando la Chana salió a jugar medio moqueando todavía la miró con burla y de nuevo la cacheteó para que no hiciera más cochinadas con el Tito, le dijo.
Yo fui detrás de ella para ver si así entendía mejor. Llegó a jugar al luche con las de la otra cuadra que se hacen sus amigas, pero igual nomás cuchichean cuando ella no está.
Como en la mitad del juego, la Chana tuvo que saltar bien lejos y por debajo del yamper cayó un trapo lleno de sangre, igual que el que me pusieron a mí cuando me hice la herida en la rodilla. Yo creí que se iba a morir, pero ella más que susto tenía como vergüenza; dejó todo botado y corrió a la casa llorando mientras las demás no paraban de reírse y apuntarla con el dedo.
Yo no sé por qué pasó esto justo ahora que Javier ése de lentes que va en mi curso me ofreció hacerme la tarea y después llevarme un día a la casa. Y a mí me estaba empezando a gustar.
Pero yo no quiero que me acompañe de vuelta del liceo y me pegue después como el Tito, no quiero ser mujer y tener una herida como la Chana, ni crecer y ponerme guatona y que los hombres me peguen. Así que voy a inventar cualquier cosa y me voy a venir sola a la casa mejor. Aunque esté oscuro.
La mamá estaba lavando cuando llegó con el berrinche y, como siempre hace alharacas, ni se dio vuelta para mirarla mientras ella lloraba y lloraba hasta que la Chana le dijo de una herida que yo no pude oír bien. Ahí la hizo callar porque estaba yo y le dijo que mejor se iban a conversar detrás de la casa para que la hermana chica -o sea yo- no escuchara. Pero por la muralla del fondo se oye todo y yo me puse bien cerca hasta pegar la oreja, igual la Chana habló gritando todo el rato aunque la mamá la hacía callar por mí.
Claro que ahora que lo pienso mejor las mujeres no tienen por qué ser bonitas. Por ejemplo, la mamá es mujer y es muy guatona. Yo creo que por eso el papá se fue y la dejó sola. Las mujeres que les gustan a los hombres son las bonitas, como la rubia, que nunca anda sola.
Algo se puso a decir la Chana, que ahora sí que sabía que eso estaba mal, que hace días la vino a dejar el Tito después de esa fiesta que hubo hasta bien tarde (yo quería esperarla, pero me quedé dormida) y los dos se quedaron atrás, en el patio chico, tocándose, pero que ahora estaba arrepentida de todo y no se quería morir por esa herida que tenía.
Como la mamá la quiere harto a la Chana la consoló al tiro claro que primero le dio unas cachetadas y le dijo cochina desobediente. Pero después la tranquilizó riéndose y le dijo que no le iba a pasar nada, que se quedara callada de una vez y le diera a ella los calzones para lavarlos mientras la Chana buscaba otro par en los cajones y además un trapo limpio. Le dijo que desde ahora iba a tener que preocuparse de lavarlos y cambiarlos hartas veces al día por todos los meses y años. Porque ya eres mujer le dijo después.
Yo no entiendo qué tiene que ver ser mujer con eso de los trapos. Parece que todas las mujeres lavan ropa cuando grandes como la mamá, sólo que a algunas no se les nota. Capaz que la rubia de la esquina también. Yo creo que el Tito a la Chana tiene que haberle pegado por fea cuando vinieron juntos a la casa, y que él le hizo la herida. Si todos los hombres pegan, y a lo mejor por eso le dijo la mamá a la Chana que ya era mujer.
Después de un rato se fue a cambiar de calzones a1 lugar más apartado, pero yo igual la vi cómo lloraba, despacio sin que oyera la mamá y le pudiera volver a pegar. Pero la mamá ya estaba metiendo los calzones sucios en un tiesto con agua que salió colorada, y se rio. Cuando la Chana salió a jugar medio moqueando todavía la miró con burla y de nuevo la cacheteó para que no hiciera más cochinadas con el Tito, le dijo.
Yo fui detrás de ella para ver si así entendía mejor. Llegó a jugar al luche con las de la otra cuadra que se hacen sus amigas, pero igual nomás cuchichean cuando ella no está.
Como en la mitad del juego, la Chana tuvo que saltar bien lejos y por debajo del yamper cayó un trapo lleno de sangre, igual que el que me pusieron a mí cuando me hice la herida en la rodilla. Yo creí que se iba a morir, pero ella más que susto tenía como vergüenza; dejó todo botado y corrió a la casa llorando mientras las demás no paraban de reírse y apuntarla con el dedo.
Yo no sé por qué pasó esto justo ahora que Javier ése de lentes que va en mi curso me ofreció hacerme la tarea y después llevarme un día a la casa. Y a mí me estaba empezando a gustar.
Pero yo no quiero que me acompañe de vuelta del liceo y me pegue después como el Tito, no quiero ser mujer y tener una herida como la Chana, ni crecer y ponerme guatona y que los hombres me peguen. Así que voy a inventar cualquier cosa y me voy a venir sola a la casa mejor. Aunque esté oscuro.
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