En plena debacle del oficio periodístico –de sus empresas, sus directivos y sus códigos–, son llamativas (y simbólicas) las operaciones de rescate de la labor de figuras como Manuel Chaves Nogales y Julio Camba, ejecutadas por varias editoriales que han conseguido convertir en mito y referencia. Dos escritores de trayectorias vitales distintas e ideológicas tan antagónicas, como las de Javier Cercas y Arcadi Espada.
El cadáver intelectual de Camba vuelve a exhumarse para recuperar, en esta ocasión, su parte más oculta, la escrita entre los 16 y los 22 años, en la que se entregó al sueño de una sociedad que rompe con la propiedad privada y se organiza en un Estado comunista anarquista… en plena adolescencia.
Son los textos “que las reglas de lo políticamente correcto y de lo literariamente aceptable han proscrito de las antologías”, cuenta el responsable de esta recuperación, Julián Lacalle, editor de Pepitas de calabaza. Ha rastreado en los archivos para recopilar artículos publicados en El cuento semanal, La protesta humana, Tierra y libertad, El rebelde, La anarquía literaria, El País y España Nueva. Según cuenta Lacalle, una parte importante de ellos no habían vuelto a leerse desde que fueron impresos y difundidos, entre 1901 y 1907.
El amigo de Mateo Morral
Lacalle editó hace dos años Mis páginas mejores, que junto con el nuevo Oh, justo, sutil y poderoso veneno, suponen el testimonio de un viaje personal extremo desde el anarquismo más vehemente al individualismo aristocrático y egoísta más acervado de sus últimos años. De polizón en un barco camino de Buenos Aires, donde conocería las entrañas del anarquismo, al inquilino de la habitación 383 del hotel Palace de Madrid en sus últimos 13 años.
Un año antes de que Mateo Morral atentara contra Alfonso XIII y Victoria Eugenia, el día de su boda (31 de mayo de 1906), Camba, amigo de Morral, escribe en El País (diario republicano, entre 1887 y 1921) El bello gesto, en el que escribe sobre el atentado contra Alfonso XIII en París, alabando el estruendo de la dinamita y el anarquismo de acción: “El terrible anarquista es un guapo mozo, de finos ademanes y traje correcto. En sus manos, la bomba parece un bouquet. Es cosa de inclinarse y saludar, siquiera la arrogante cabeza caiga luego en el cesto de la guillotina”.
Un año después, el 3 de junio de 1907, pasa a ver el cadáver de Morral, detenido y muerto en Torrejón de Ardoz días después del frustrado regicidio, que acabó con la vida de más de veinte personas. “Yo ignoraba que aquella mano de Morral me tendía y que yo estrechaba cordialmente había de teñirse un día en la sangre de tantas víctimas. Probablemente, el mismo Morral lo ignoraba también y acaso sonreía por eso, o tal vez su sonrisa fuese ya la sonrisa de la tragedia”. Han pasado seis años desde el inicio del viaje anarquista de Camba y se observan las primeras objeciones a la acción radical.
El desencanto
El desengaño empieza a comerse el fuego de sus palabras. Lacalle explica que es la evolución de un descreído, que acaba por dedicarse al periodismo como medio de vida, olvidando el periodismo como medio de intervención. La evolución personal desde estos textos a la defensa del golpe de Estado de Franco, treinta años después, supone uno de los testimonios históricos más ricos de la política española del siglo XX.
Lo más sorprendente de este testamento vivo es la maestría de un jovencísimo autor, que despliega unas dotes sobrenaturales para recrear el conflicto anarquista en medio de la restauración borbónica. “No hay ni una gota de gasa en el libro”, resume Lacalle. “Los artículos son gasolina en estado puro. No hay concesiones. Maneja una argumentación excelente para tener la edad que tenía”.
La efervescencia adolescente, el terremoto anarquista es desde ahora una consulta obligada, en el que se descubre también su arresto y prisión. “Me he sentado en el banquillo, pletórico de entusiasmo y rebosante de fe. Minutos antes, al apearme del coche celular, una muchedumbre amiga me sonrió alegremente: ¡Salud, Camba!”. El periplo desde la creencia al escepticismo en 600 páginas se hace breve.
Extractos para dinamitar un Estado, por Julio Camba:
“Bailad, pues, igorotes de frac y galera, bailad, pero no os entusiasméis con el baile porque la ola de las grandes reivindicaciones puede muy bien arrollaros en una vuelta de cotillón; y sería muy feo que el sabor acre del agua al entraros por la boca cambiara en un gesto de paleto adocenado vuestras posturas correctas y atildadas”. En La protesta humana, mayo de 1902.
“Que sólo por afán de robo o por imbecilidad se puede hacer gala de patriotismo”. En La protesta humana, agosto de 1902.
“Y la haraganería roja sucumbirá esta vez como siempre ha sucumbido, bajo el peso de la haraganería dorada que todo lo puede, que lo domina todo. Pero la revancha se aproxima; frente a la campaña que la burguesía inicia ahora contra la clemencia de las leyes, hállese la campaña que nosotros hemos emprendido, tiempo ha, contra la clemencia de los pueblos”. En La protesta humana, octubre de 1902.
“El porvenir de la Humanidad, sin leyes ni magistrados, sin derechos ni deberes, sin autoridad ni obediencia, ese porvenir libre, en donde la libertad será la única garantía para las relaciones de los hombres, es un porvenir amoral, esto es: no moral, sin moral”. En El Rebelde, marzo de 1904.
“Con la altivez y el valor hemos vencido hasta hoy; con la altivez y el valor venceremos en lo futuro. ¡Germinal!”. En El Rebelde, abril de 1904.
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