Noventa y cinco años trabajando
y lloró a los noventa y seis
por un pañal.
La primera vez que vi llorar al abuelo
sentí un dolor enorme
desde la nuca hasta la boca
del estómago.
y lloró a los noventa y seis
por un pañal.
La primera vez que vi llorar al abuelo
sentí un dolor enorme
desde la nuca hasta la boca
del estómago.
Los más fuertes
no deberían caer nunca:
a los débiles nos destruyen.
no deberían caer nunca:
a los débiles nos destruyen.
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