“Entre tanta polvareda, perdimos a don Beltrán”, decía un antiguo romance. Algo así puede pasarnos en educación. Metidos en batallitas políticas podemos ignorar los grandes debates educativos que van a determinar el futuro. A este paso, a nosotros el futuro nos llegará cambiando una ley. Hay tres grandes temas planteados: ¿qué hay que aprender? ¿Cómo hay que enseñar? ¿Quién y dónde debe hacerlo?
Tradicionalmente, la educación ha servido para transmitir a las siguientes generaciones lo que una sociedad consideraba importante para la supervivencia o el bienestar. Pero la mencionada aceleración de la historia hace que no sepamos lo que debemos enseñar o aprender. El siglo XXI será el siglo de los “nómadas del conocimiento”. Esta situación hace que Gobiernos, Fundaciones, Universidades, empresas estén empeñados en identificar las “destrezas necesarias para el siglo XXI”. Este término viene utilizándose desde los años noventa para destacar aquellas competencias y capacidades que son importantes para el éxito educativo, laboral y personal en la sociedad digital en la que nos encontramos.
Una alianza forjada en el año 2002 en EEUU entre el Departamento de Educación de EEUU y líderes educativos, sociales y empresariales (incluidas muchas empresas tecnológicas) para impulsar la enseñanza de las destrezas del siglo XXI dio lugar a la Partnership for 21st Century Skills, que ha desarrollado un marco pedagógico que añade a la adquisición de conocimientos de la educación tradicional destrezas de aprendizaje e innovación como la creatividad, la comunicación, la colaboración, el pensamiento crítico y la resolución de problemas; destrezas propias de la Sociedad de la Información y las Nuevas Tecnologías; y destrezas para la vida y el trabajo (como pueden ser la flexibilidad y la adaptabilidad, la iniciativa y el autocontrol, las destrezas sociales y multiculturales, la productividad, el liderazgo o la responsabilidad). The Learning Curve 2014 (iniciativa de Pearson y The Economist Intelligence Unit que ha hecho posible la generación de una gran base de datos educativos, basándose en indicadores y rankings reconocidos como PISA, PIRLS, TIMSS o PIAAC) recoge las que considera las ocho destrezas básicas del siglo XXI, y van en el mismo sentido, incluyendo además destrezas como la inteligencia emocional o la ciudadanía global.
Pluralidad de propuestas
Autores como Tony Wagner y el Change Leadership Group del Harvard Graduate School of Education o Michael Fullan (que encabeza un proyecto educativo, un consorcio en red mundial, el New Pedagogies for Deep Learning) han trabajado para describir estas destrezas y facilitar su aplicación pedagógica. David T. Conley y el Educational Policy Improvement Center se han centrado en el trabajo con lo que consideran las claves para la preparación para la Universidad y el Trabajo (“College and Career Readiness”), que incluyen, junto a la adquisición clave de conocimientos o la de destrezas de aprendizaje y técnicas, estrategias cognitivas fundamentales como la monitorización del progreso o la autoevaluación, o destrezas y conocimientos relacionados con la transición a la educación superior o al mundo laboral, que implican un estar al día de las opciones que se te abren en este sentido.
Otros trabajos importantes en relación con las destrezas del Siglo XXI han sido los del National Research Council (2012), brazo operativo de las Academias Nacionales de Ciencias y de Ingenierías de los EEUU, que recibió el encargo de describir cómo estas destrezas están relacionadas entre sí y con las destrezas académicas más convencionales, y de identificar los rasgos de las intervenciones educativas que las investigaciones sugieren que pueden servir de indicadores para el éxito de estas. Identificaron tres dominios de competencias: cognitivo, intrapersonal e interpersonal. La OCDE también ha hecho sus propuestas.
Todas estas iniciativas están dibujando un cluster, un enjambre, de destrezas necesarias que incluyen las cognitivas y las no cognitivas. Estas últimas fueron señaladas por James Heckman, premio Nobel de Economía, como factor principal de la diferente eficacia de los programas educativos. Son las que tienen que ver con el uso del conocimiento: la capacidad de hacer proyectos, fijar metas, aplazar la recompensa, aprender de los errores y soportar el esfuerzo. El Departamento de Educación de EEUU ha publicado un informe titulado Promoting Grit, Tenacity and Perseverance: Critical Factors for success in the 21st Century, en el que llama la atención sobre la importancia de destrezas ejecutivas como el coraje personal, la tenacidad o la perseverancia, y estudia los programas existentes para desarrollarlas. Necesitamos conocer estas iniciativas si queremos mantenernos entre las sociedades avanzadas.
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