Llevo mucho tiempo buscando un nombre para designar el conjunto de saberes que se están desarrollando alrededor de la inteligencia, de la educación y del aprendizaje. O sea, enfocados al futuro. Una de las propuestas es “Brain, Mind and education”. Pretende ser una ciencia “transdisciplinar”, que integre la neurociencia con el conocimiento y con la educación. Ya tiene una sociedad internacional y una revista, sobre las que les mantendré informados. Otras posibles denominaciones son: “Ciencias del aprendizaje”, “Ciencias del diseño educativo”, “Ciencias de la innovación”, “Ciencias cognitivas”, (que incluye la inteligencia natural y la artificial), “Ciencias de la complejidad”. Cada una de ellas subraya un aspecto de la situación que estamos viviendo, pero no los agota ni los unifica.
Vivimos la acelerada era de la innovación, del aprendizaje, de la inteligencia, de la educación. Todo al tiempo. A falta de algo mejor, utilizaré el nombre de “Ciencia del talento”. Se ocupará de integrar todo lo que sabemos sobre la inteligencia en acción, sobre cómo generarla y gestionarla. Comienza en la neurología y acaba en la ética. Es la ciencia de la memoria y del progreso. Una de sus funciones es “generar talento”, el gran recurso de las personas y de las naciones. Ya saben que el talento no es previo, sino posterior a la educación. Y necesitamos mucho talento para resolver los problemas cada vez más complejos con que nos enfrentamos. Debemos preparar a nuestros jóvenes para vivir en un entorno VUCA (volatility, uncertainty, complexity, ambiguity), pero la tecnología está añadiendo otra A a esas siglas. La “A” de “aumentada”.
La “realidad aumentada”, que antes era un alarde de tecnólogos, viene a toda velocidad al mundo cotidiano. Las Google Glass son un ejemplo, pero no el único. El ser humano vive en la realidad, pero las ciencias de la computación crearon una “realidad virtual”, una apariencia de realidad que permite al usuario tener una experiencia verdadera mediante la generación por ordenador de un conjunto de imágenes contempladas por el usuario a través de un visor. En economía se ha generalizado el enfrentamiento entre “economía real” y “economía virtual”. La realidad virtual se ha utilizado con un éxito descomunal en procesos de aprendizaje, como la medicina. Un caso especialmente notable son los “simuladores de vuelo”. Gracias a ellos, la formación de los pilotos ha mejorado extraordinariamente. Espero que en algún momento podamos hacer “simuladores de aula” para entrenar a los docentes.
La realidad aumentada será pronto una realidad presente en numerosos dispositivos. (istock)
Más allá de la realidad virtual
En este momento ha aparecido otro fenómeno: la “realidad aumentada”. Es el término que se usa para designar la combinación en tiempo real de la experiencia con elementos virtuales. Por ejemplo, mientras veo el paisaje puede estar sobreimponiéndose sobre esa percepción la imagen de cómo era ese terreno hace cien años, o la identificación de las especies vegetales, o su imagen a distintas escalas de observación, o las ordenanzas urbanísticas, o las estructuras geológicas. Es un enriquecimiento de la experiencia. La experiencia continúa sigue siendo nuestro modo de acceder a la realidad, pero esta se ha enriquecido mediante la hibridación de información que ya no procede de nuestros órganos sensoriales, sino de una máquina.
Lo relevante para la “Ciencia del talento” es que esa función la ha hecho siempre la memoria. Un cardiólogo y yo recibimos la misma señal acústica cuando escuchamos por un fonendoscopio. Pero donde yo solo escucho, como mucho, el latido del corazón, el especialista escucha, por ejemplo, un soplo en la válvula mitral. Él se está moviendo también en una “realidad aumentada”. Ampliada por su saber. Lo que permiten los nuevos aparatos de realidad aumentada es permitir a cualquiera aprovechar en cada momento la información que completa, ayuda, e interpreta la experiencia real. En este momento, nos encontramos ante la posibilidad de vivir en una “realidad híbrida”. Paul Milgram y Fumio Kishino acuñaron el concepto de Milgran-Virtuality Continuum. Según este modelo, viviremos en una realidad mixta de experiencia real y datos informáticos, que se mueve a través de una gradación:
Hemos aprendido a vivir en el entorno real y en un entorno virtual, pero ahora nos corresponde adaptarnos a la realidad aumentada. Una posibilidad tan poderosa ¿puede obligarnos a reformular la idea de inteligencia? Sócrates vio en la aparición del libro escrito un peligro para la memoria, porque si el conocimiento estaba contenido en sus páginas, ¿para qué retenerlo en la memoria? Si en cada momento un aparato me proporciona la información que necesito, ¿para qué aprender? La inteligencia humana puede convertirse en un mero “lector” de una realidad aumentada. Hace años, en su libro Los negocios en la era digital, Bill Gates se hacía una pregunta muy interesante. ¿Dónde está la inteligencia, en la persona que está delante de la pantalla o en el sistema informático? Respondía que en el sistema informático. La evolución de la tecnología le ha dado la razón, pero eso significa que una realidad aumentada puede exigir una inteligencia disminuida. He usado la palabra “lector” para indicar el papel pasivo de esa inteligencia subsidiaria. Lo que necesitamos es una “inteligencia activa” que utilice esos recursos, pero que no dependa de ellos.
Este es un tema central de la “Ciencia del talento” que defiendo. La tecnología nos enfrenta a dos opciones: una inteligencia normal enriquecida por el acceso a la realidad aumentada o una inteligencia aumentada hecha posible por el uso de la tecnología de la realidad aumentada. Esta opción me parece la más interesante, y nos obliga a tomar complejas decisiones educativas que tienen que ver con la construcción de la propia memoria. Tenemos que seleccionar rigurosamente lo que debe estar guardado en la memoria individual, biológica, y lo que basta con recibirlo a través de los procedimientos de realidad aumentada. Les pondré un ejemplo. Un buen examen de esa “inteligencia aumentada” permitiría usar los procedimientos de realidad aumentada, porque lo importante estaría en el uso de esa inagotable fuente de información. En eso consistiría el talento, en el uso eficaz de las increíbles posibilidades que la tecnología de la información nos proporciona. Les indicaré por dónde van nuestras investigaciones. Cada persona tendrá que aprender los “esquemas matriciales” que le permitan captar, seleccionar y comprender lo que su ordenador le proporcione. Por eso, investigamos sobre “currículos híbridos”, que señalen en cada tema lo que se debe recordar y lo que basta con buscar.
Este artículo tiene un doble objetivo. El primero, informarle de estos hechos que van a influir irremediablemente en nuestras vidas. Pero el segundo me parece igualmente importante. Necesitamos que esa “Ciencia del talento”, encargada de ayudarnos a prepararnos para el futuro, y que incluye lo que tradicionalmente se denominaba “educación”, atraiga a grandes investigadores. No hay ciencia más difícil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario