82.000 alumnos han sido orientados en sus centros hacia la formación profesional el curso pasado / MONICA TORRES (EL PAÍS)
Adolescentes sin título de ESO y sin retorno
Dirigir a los jóvenes antes de los 16 años hacia la inserción laboral enciende el debate entre padres, alumnos y especialistas
NEUS CABALLER Madrid 3 SEP 2012
“Me dio la rebeldía, con 13 y 14 años. Aprobé hasta 2º de la ESO, pero suspendí 3º. Repetí y lo dejé a mitad de curso. Me pelaba todas las clases. No quería ir al instituto. No quería”, recuerda Sara Romero Olmedo con 17 años y recién graduada con su título de ESO debajo del brazo y su matrícula formalizada para estudiar bachillerato de Humanidades. Sara ha superado con éxito dos años en el Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) en un instituto de Paiporta (Valencia). “Quiero ir a la universidad”, afirma con entusiasmo.
Su satisfacción no es para menos. Se ha graduado, y con nota. Ha sacado tres matrículas de honor y dos sobresalientes. El instituto le ha reconocido su “esfuerzo” con un Premio al Conocimiento. “No entiendo que quieran quitar la oportunidad de sacarse el título de ESO a través del PCPI. Con la que está cayendo, deberían facilitar las cosas”, se queja Sara. “Es que no lo veo normal. Ir a un PCPI no quiere decir que no quiera estudiar”.
“Todos, o muchos, pasamos momentos malos en la adolescencia. Momentos de locura”, reflexiona en voz alta Sara. “Los jóvenes tienen una mala época, se juntan con gente que no es conveniente y dejan los estudios”, corrobora Amparo, su madre, desde el taller donde trabaja. La mujer está preocupada con el proyecto de reforma educativa que elimina la opción de obtener el título de ESO a través de los estudios de PCPI. Solo servirá para obtener un certificado laboral de nivel 1. “Creo que es un error enorme, no pueden fastidiarles quitándoles esa vía”, insiste Amparo, que no elude repasar los momentos malos vividos en la adolescencia de Sara. “Yo he pasado muchísimo con mi hija… No iba al instituto, tenía que ir a buscarla por la calle, se juntaba con gente que no quería estudiar… Y en dos años que ha hecho un PCPI y ya está matriculada para estudiar bachillerato”.
Como esta estudiante, durante el curso 2011-2012 un total de 82.939 alumnos han sido orientados en sus centros educativos hacia la vía formativa de los PCPI. La mayoría son jóvenes entre 16 y 21 años. Pero a su corta edad ya saben lo que es la crisis. La crisis personal. Muchos de los adolescentes que pueblan los institutos españoles a esas edades ya han hecho trabajetes para pagarse los gastos. Otros han pateado bancos, calles y barrios. Otros incluso han sufrido algún internamiento en un centro de reeducación de menores. No siempre tienen dificultad de aprendizaje, sino de adaptación social o familiar. No les interesa lo que la ESO les ofrece. Tienen “la cabeza llena de pájaros”, como dice la madre de Sara.
Los PCPI son una modificación de los extintos Programas de Garantía Social introducida en la Ley Orgánica de Educación (LOE), aprobada en 2006. El objetivo era “recuperar en 2011, al menos, a 80.000 jóvenes” que abandonan los estudios sin título, para que se graduaran y pudieran engancharse a la Formación Profesional de grado medio o al Bachillerato. Aunque solo un tercio de esos más de 80.000 estudiantes de PCPI acaba sacándose el título de ESO, otros consiguen luego acceder a la FP; pocos abandonan.
Los PCPI fueron concebidos como programas “flexibles” y “nada teóricos” orientados a jóvenes sin interés en el sistema reglado. “El perfil de estudiante de PCPI es variado, los hay con capacidad y los hay con capacidad limitada. Pero se esfuerzan mucho, mucho, por aprender”, explica Pilar Pérez, psicóloga y orientadora del instituto público La Sènia de Paiporta. “La vida de todas las personas da muchas vueltas, y la de los adolescentes, mucho más”, analiza esta psicóloga. “El mundo de los adolescentes se circunscribe a sus amigos, su grupo, su móvil y el Tuenti. Y no ven el futuro. Consiguen que sus padres se angustien enormemente porque ven cómo dilapidan su futuro”.
Con el esquema provisional, en las propuestas para el anteproyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), se pretende “adelantar la elección de las trayectorias que pueden escoger los estudiantes a los 14 y 15 años”. Y, según el documento, empieza una retahíla de itinerarios desde 2º de ESO y 3º de ESO con una vía hacia “programas de mejora del aprendizaje y rendimiento de dos años para alumnos con dificultades en el aprendizaje”; y otra vía “hacia los PCPI que pasan de un año (y el segundo voluntario) a dos años para los alumnos con dificultades de adaptación o grave riesgo de abandono escolar”. El ministerio asegura que “su objetivo ya no es obtener el título de ESO, sino preparar al alumno para el mercado de trabajo y ofrecerle una mínima cualificación profesional”.
Este aspecto es, quizá, el que más polémica ha generado del documento, junto con las tres reválidas que deberán aprobar todos los alumnos para continuar los estudios al final de cada etapa: a los 12 años, a los 16 y a los 18. Si no aprueban la reválida no tendrán título de ESO o de bachillerato. “Entrarán en vía muerta”, sostiene Pérez.
Para Miguel Soler, que ha sido el responsable del diseño de los PCPI con el anterior Gobierno socialista y director general de FP del Ministerio de Educación en la última legislatura, “incorporar a un alumno en 2º o 3º de ESO a un PCPI que no conduce al título de ESO es una barbaridad”. “Desde dentro de la educación obligatoria y antes de los 16 años se va a incorporar a un sector del alumnado a una vía que lleva a la expulsión del sistema educativo sin posibilidades de obtener el título de graduado”, observa. “Si han cursado un PCPI —aunque lo hayan aprobado— solo podrán intentar incorporarse al mercado laboral, teniendo un certificado de profesionalidad de nivel 1 como única titulación. Si quieren acceder a un ciclo de FP de grado medio, tendrán que superar una prueba específica. Es decir, desde fuera del sistema. Exactamente igual que si se quieren presentar por libre como las pruebas para adultos”, concluye Soler.
En la actualidad, los alumnos que superaran todo el PCPI (una parte obligatoria de oficio y formación general, y otra voluntaria de contenidos académicos) obtenían el título de graduado y podían seguir estudiando bachillerato o FP de grado medio. Según una modificación del año pasado (que no ha llegado a entrar en vigor), superando solo la parte obligatoria podrían entrar directamente a la FP, sin necesidad de prueba de acceso.
José Manuel Boquet, presidente de Federación de Centros de Enseñanza de la Comunidad Valenciana (Feceval), señala: “Actualmente, el certificado de cualificación profesional de nivel 1 que se expide se puede considerar como la no cualificación. Si la Unión Europea reclama que en 2020 el porcentaje de alumnos con bachillerato o FP sea del 85%, al menos en este punto hay que reflexionar que no conduzcan a la obtención del título de ESO”. Boquet, que a mediados de julio se reunió en Madrid con la patronal CECE a la que pertenece para analizar la reforma, es partidario de que “los PCPI continúen siendo una opción de recuperación” dentro de la ESO. “La reforma enfoca demasiado pronto al mercado laboral al alumno. Este debe de permanecer en el sistema el tiempo requerido”, sostiene Boquet.
El presidente de la patronal valenciana propone, además, “limitar mucho la entrada de alumnos menores de 16 años a los PCPI. Esta medida tiene que ser excepcional, para alumnos que no tengan ninguna posibilidad”. “Y hay que llevar mucho cuidado con lo de adelantar las vías de los alumnos a los 14 y 15 años”, advierte. La patronal, sin embargo, ve con buenos ojos las reválidas.
No lo comparte Alejandro Tiana, experto en evaluación de los sistemas educativos y director general del Centro de Altos Estudios de la Organización de Estados Iberoamericanos. “Una reválida a los 12 años es contraria a todo en lo que está de acuerdo la comunidad internacional respecto a lo que hay que hacer para tratar el retraso educativo. Cuando uno estudia lo que se hace en otros países hay una coincidencia absoluta en que hay que detectar las dificultades de aprendizaje desde muy temprano, después tratarlas, e impedir que los alumnos salgan del sistema”, explica Tiana. “Si de verdad se ha actuado así desde infantil y primaria, hasta los 9 años, el proceso de detección debería de ser anterior y el tratamiento, por tanto, también”, añade el ex secretario general de Educación. “Tal y como está planteada la reválida al final de primaria, con 12 años, es la prueba la que decide si el alumno repite o no. Eso es una aberración educativa”, concluye Tiana.
En la misma dirección se pronuncia la psicóloga Pilar Pérez Esteve: “En toda Europa se realizan estas pruebas internacionales a los 9 años, al acabar el primer ciclo de primaria. ¿Por qué? Porque te permite ajustar el proceso de enseñanza y de aprendizaje en los siguientes cursos”. “Si hacemos las pruebas de evaluación diagnóstica como ahora, al final del segundo ciclo de primaria con 9 años, puedo tomar medidas. Pero si la hago a los 12 años, cuando termina la primaria, ¿para qué les hacen la prueba? ¿Para tirarlos a la calle?”, se pregunta esta orientadora.
Pérez sostiene que este tipo de “pruebas externas” que el ministerio quiere introducir “son de carácter conceptual. De marcar la casilla con una cruz. Y no podemos formar niños solo para este tipo de testcitos.Los niños tienen que aprender para seguir aprendiendo. Enseñarles esa dinámica, para aplicarla a lo largo de la vida. Porque no hay ningún fontanero hoy que ponga grifos como hace 50 años. Esto no tiene sentido, y menos en la era digital”.
La tesis de esta psicóloga y orientadora de que “un Gobierno, como un profesor, tiene que atender a todos los alumnos. Acompañarlos en todo y poner medidas de apoyo” es compartida por todos los actores consultados. Además de reseñar “la importancia de la participación de la familia en la educación de sus hijos”, como defiende Luis Carbonell de la Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos (Concapa).
Carbonell, no obstante, defiende la reforma propuesta con energía. “Las evaluaciones nos permiten a los padres saber antes si los niños van bien o van mal y poner remedio”. Pero rechaza que la eliminación del título de ESO de los PCPI sea un problema y que tampoco puedan pasar de etapa si no se aprueban las reválidas. “Se interrumpe el proceso, pero siempre pueden volver a presentarse. Pero mientras no apruebes la reválida, no pasas”.
Respecto a la propuesta de la LOCME de “adelantar la elección de las trayectorias que pueden escoger los estudiantes a los 14 y 15 años”, Carbonell afirma: “No me preocupa porque nuestros jóvenes son más maduros que en Europa” y compara la medida con “lo que se hace en Alemania”.
No lo ven así otros jóvenes como Sara, que han pasado lo suyo. “Todos en general pasamos malos momentos. Momentos de locura. Y me arrepentí. Pero todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. Si nos la quitan (la posibilidad de obtención del título de ESO) es como si unos fuéramos tontos, y otros buenos”.
El Ministerio de Educación, consciente de que las reformas educativas levantan debates encendidos, precisa que solo “se está trabajando sobre un borrador. No hay conclusiones”, precisan, por tanto: “Esto puede cambiar mucho”.
El último intento
LOGSE (1990). Se crean los Programas de Garantía Social para alumnos a punto de dejar los estudios sin ninguna titulación. Se accede a partir de 16 años. En un curso, se enseñan los rudimentos de un oficio y unos hábitos básicos para la inserción laboral. No hay titulación.
LOE (2006). Los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), de dos cursos, sustituyen a la Garantía Social. Se puede acceder en algunos casos a los 15 años. Aprobando unos módulos voluntarios se consigue el título de ESO. Solo con la parte obligatoria se recibe un certificado de profesionalidad más básico que da el Ministerio de Trabajo. Una reforma de 2011 que no ha llegado a entrar en vigor dice que también da acceso directo a la FP de grado medio sin necesidad de un examen de acceso como hasta entonces.
Proyecto actual. Los PCPI no darán la posibilidad de sacarse la ESO; se vuelve a la idea única de la inserción laboral. Para reengancharse después a la FP habrá que aprobar un examen de acceso.
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