Jerzy Bielecki, fotografiado en 1944.- ARCHIVO FAMILIAR (AP) ("El País")
En "El País":
Jerzy Bielecki, enamorarse en Auschwitz
Escapó con su novia del campo de concentración vestido de soldado nazi pero perdió su rastro durante 39 años.
JACINTO ANTÓN 31/10/2011
En el peor lugar del mundo, en las circunstancias más imposibles, es capaz de florecer el amor. Parecería que Auschwitz -como estableció Adorno- está reñido con la poesía, así que ni te digo con el enamoramiento. Y sin embargo en aquel infierno de deshumanización, miseria, ultraje y crimen, incluso allí, nacieron relaciones románticas. Bajo el humo atroz de los crematorios, entre el légamo del dolor, el hambre y el miedo, hubo quienes se enamoraron. Historias algunas morbosas, sin duda, de pasiones retorcidas como sacacorchos, tipo Portero de noche. Es el caso de la tan parecida a la de la película de Liliana Cavani, entre una mujer judía, Helena Citrónova, y un guardia de la SS, Franz Wunsch. Uno de los episodios más extraordinarios de Auschwitz: un día la presa fue llevada a cantar para el SS en su fiesta de cumpleaños y el nazi se enamoró. A ella le horrorizó inicialmente inspirar tal sentimiento a un verdugo, pero cuando Wunsch salvó a su hermana, arrebatándola literalmente al gas, y se jugó el cuello por Helena, no pudo dejar de sentir algo por él. Fue el amor imposible de Auschwitz entre una Montesco de la familia de las víctimas y los humillados y un Capuleto de las calaveras.
Hubo otros amores en el campo. Simon Wiesenthal los esencializó en su novela, basada en hechos reales, Max y Helen (Gedisa, 2009), en la que un preso escapa sin poder llevarse a su amada porque esta no quiere abandonar a su hermana y cuando la reencuentra años después ha tenido un hijo del comandante del campo.
Jerzy Bielecki (Slaboszow, Polonia, 1921), el hombre al que enterramos hoy en este obituario, fallecido el jueves a los 90 años mientras dormía en su casa en Nowy Targ, fue más afortunado, pues logró sacar de Auschwitz a su chica. En su historia confluyen Love story y La gran evasión, aunque la fuga no fue de un stalag de la Luftwaffe sino de un campo de exterminio, y el castigo por la fuga no era la nevera sino el horno.
Bielecki era un joven polaco católico de 19 años cuando fue arrestado en junio de 1940 bajo la sospecha de ser miembro de la Resistencia y enviado a Auschwitz. Tres años más tarde, mientras trabajaba en un almacén de grano del campo, pasó ante sus ojos una guapa jovencita morena y se enamoró perdidamente. Ella era Cyla Cybulska, una judía polaca de 22 años, tatuada con el 29558, que había arribado a Auschwitz-Birkenau del gueto de Lomza; sus padres y una hermana fueron a parar directamente a las cámaras de gas; ella fue destinada a reparar sacos de grano. Los siguientes ocho meses los dos jóvenes, incapaces de cruzar más que algunas furtivas palabras cada día, vivieron todas las incertidumbres del amor y solo alguno de sus deleites. Entonces, Jerzy preparó un audaz plan de huida. Distrayendo trozos del almacén de uniformes se confeccionó uno de SS y obtuvo un pase robado para transportar prisioneros. El 21 de julio de 1944 recogió a Cyla y haciéndose pasar por un guardia -el rottenführer Steiner- y su prisionera cruzaron la puerta del campo. Escondiéndose de día y caminando de noche, consiguieron llegar a casa de unos parientes de él. Entonces, en pura tradición Casablanca, la guerra los separó. Jerzy decidió que tenía que unirse a la Resistencia y encontró un escondite seguro para su amada con una familia católica. Pasaron la última noche en un jardín bajo un peral jurándose amor y haciendo planes. No se volverían a ver en 39 años.
Por una serie de malentendidos, ambos creyeron que el otro había muerto. Los dos se casaron y formaron sus respectivas familias. Por casualidad, ella, que había emigrado a EE UU con su marido, otro hebreo superviviente del Holocausto, y abierto un negocio de joyería en Brooklyn, se enteró de que él seguía vivo. Su empleada de la limpieza, a la que le había explicado su historia, le dijo que había visto a Jerzy en televisión, contando lo mismo. Cyla lo localizó y en 1983 se reunieron en Cracovia. Al bajar del avión, él la esperaba con 39 rosas rojas, tantas como años habían pasado separados. Dan ganas de llorar, más aún al recordar que tan hermosa historia hundía sus raíces en las amargas cenizas de Auschwitz. Las cosas no continuaron, sin embargo, como todos querríamos: los viejos amantes volvieron a verse muchas veces, es cierto, y fueron buenos amigos. Pero no rehicieron su vida juntos. "El destino decidió por nosotros", decía Jerzy Bielecki, al que sobreviven su mujer, dos hijas, cuatro nietos y un biznieto.
Cyla murió en 2005. Jerzy fue reconocido como 'Recto Entre las Naciones' por el memorial 'Yad Vashem' de Jerusalén. Por salvar una vida, la de Cyla, su amor.
1 comentario:
You know, if you remember the Herman Rosenblat Apples over the Fence hoax he told to Oprah, this story has many hoaxy similarities -- love, the Holocaust, a pear tree (instead of an apple tree), tempting fate, a long separation, reunion, love blossoms again.....does anyone see Hollywood movie and book proposal here? PLEASE! I am looking into this TALL TALE right now and will report back soon. If I am wrong, and I often am, I will of course apologize. But remember I am the guy who got Herman's book shredded before publication. This tall tale seem very similar. has anyone ever looked into this or is it just me?
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