Paca Aguirre
sólo tenemos lo que buenamente
nos quiera conceder ese demente
que nos hiere, nos hunde y nos trastorna.
Su puerta inexorablemente entorna
y es inútil rogar que sea clemente,
nos ignora y la cierra dulcemente
y nada lo conmueve o lo soborna.
Y detrás de esa puerta agonizamos,
y detrás de esta puerta damos voces
y suplicamos que nos den consuelo.
Pero nadie responde a estos reclamos,
aunque oímos susurros, risas, roces:
la puerta es sorda y muda como el cielo.
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