Julieta Valero
...y si viene como agua
dale garganta, interrógala a su paso.
La angustia impone su ley a los contornos,
avasalla la luz, convoca una miseria
que no lleva tu sangre,
y hace súbditas tus manos, más allá,
el arsenal de vuelos que espera en tus pulmones.
Es un dios sin educar,
lleva miel y tiranía en el regazo.
Por eso, vino hospitalario,
tiéndele tu grey,
deja que te invada,
y en su ritmo condotiero, su desastre,
pues te va creciendo un cansancio de no verte
que reclama al más terco morador:
tu pureza y su desorden.
Siente la angustia mientras sea precisa
y ve pidiendo la cuenta;
te amenazan con su vida los amigos,
ciudades sin nombrar y mi cuerpo
en nuestro cruce peligroso.
No sientas la angustia.
Hasta que sea necesaria.
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