El psiquiatra Jesús Ramos Brieva, en su despacho del hospital Ramón y Cajal.- SAMUEL SÁNCHEZ ("El País")
En "El País":
"Batman está mal de la cabeza"
El psiquiatra Jesús Ramos dedicó un libro al estado mental del superhéroe
ELENA G. SEVILLANO - Madrid - 17/07/2010
Quién le iba a decir a él que aquellas largas tardes leyendo los cómics que su padre guardaba en la trastienda de su negocio de artes gráficas en Cáceres acabarían desencadenando que, medio siglo después, el psiquiatra y antropólogo Jesús Ramos Brieva pronuncie esta frase: "Los amigos de mis hijas dicen que soy un friki". Viéndole en su despacho del hospital Ramón y Cajal, donde reina un desorden ordenado, con su bata, sus libros y sus dossieres, parece cualquier otra cosa. Parece lo que es: un psiquiatra que pasa consulta, investiga y escribe artículos científicos.
Pero ahí, casi escondida en las atestadas estanterías, aparece la única licencia entre tanta formalidad: una figurita de Batman. Y un poco más abajo, la única copia que conserva del libro que publicó en 2000 -los 2.500 ejemplares volaron, pero ahora puede descargarse gratis en Internet- y que le dio cierta popularidad entre sus colegas y los fans del hombre murciélago: Batman visto por un psiquiatra. Porque el superhéroe, ahí donde lo ven, multimillonario, playboy, con una colección de coches deportivos que ya querría para sí cualquier estrella del fútbol y una vida llena de aventuras, no es feliz. No está bien. "Está como las maracas de Machín", suelta Ramos a las primeras de cambio.
Batman es, añade, una bicoca para cualquier psiquiatra. Con ocho años, el pequeño Bruce Wayne vio cómo un ladrón mataba a sus padres en un oscuro callejón de Gotham. Juró venganza. Dedicó una década de su vida a viajar solo por el mundo y prepararse para ello. Volvió, se inventó un disfraz de murciélago -leotardos, capa, cuernecillos, ya saben- y se lanzó a combatir el mal. De día, el ligón heredero de Industrias Wayne; de noche, un justiciero enmascarado llamado Batman. Como para no volverse loco. Ramos, que releyó y desmenuzó toda su colección de cómics en busca de síntomas, llega al siguiente diagnóstico: "Ha sufrido un trastorno por estrés postraumático en la infancia que no ha sido diagnosticado, que ha evolucionado a su aire y que probablemente se le reactiva en determinadas circunstancias cuando es adulto. Los cómics describen que se despierta por la noche rememorando aquello". Hay más. "Probablemente sufre lo que se ha llamado una adicción al trauma, algo que se ha estudiado en los veteranos de Vietnam. Son sujetos que se acostumbran a vivir al borde de situaciones muy angustiosas y buscan otras semejantes. Batman está permanentemente buscando situaciones límite que le procuren el chute de endorfinas". Y, por fin, la depresión. "Según los distintos guionistas, ha sufrido una o dos fases depresivas, sin tratamiento, una de ellas larga, entre los 36 y los 39 años".
En realidad, el preferido de Ramos era Superman. Pero Batman "está peor de la cabeza". Fue una colega psiquiatra, que le veía dibujando al hombre murciélago en las sesiones clínicas, quien le dio la idea de estudiar desde el punto de vista psiquiátrico a un personaje de ficción. Pensó que era una tontería, pero se fue animando. Material había: el trauma infantil, la depresión, las muertes trágicas de otros seres queridos, las relaciones fallidas con sus muchas novias... Ahí Ramos se embala: "Para las mujeres Batman es irresistible. El macho alfa de la manada. Es atractivo: salva, sufre, tiene misterio. Y encima es rico y guapo. Lo tiene todo". Pero, ay, nunca encuentra la felicidad en pareja. "Bruce Wayne no tiene mucho que ofrecer. En su afán de evitar que lo relacionen con Batman, se rodea de una máscara de vacuidad y de superficialidad que no da más de sí. Lo abandonan ellas". El problema de Batman, que triunfa donde Bruce falla, es otro. Liga, pero con delincuentes. "Sus relaciones cuajan, pero las mujeres son iguales que él, conocen su doble identidad, y acaban chocando".
De la presunta más que amistad entre Batman y Robin, nada de nada, dice. "Los guionistas nunca establecen esa relación. Es más, insisten en que es paterno-filial. Las patologías de Batman explican su necesidad de un pupilo. No es extraño que busque trasuntos suyos en personajes que han sufrido circunstancias parecidas a las suyas. El primer Robin -hubo tres- también ve morir a sus padres". No hay sospecha de mojigatería en Ramos: otro libro suyo, del que está preparando nueva edición, se titula Un encuentro con el placer: la masturbación femenina.
A los 10 años de explorar la mente de Batman, a Ramos se le ocurren varios personajes de ficción más que podrían dar juego: Sherlock Holmes, Mersault, Superman... Su mujer, también psiquiatra, y sus tres hijas entendieron perfectamente que dedicara sus horas libres a las patologías de un superhéroe. Su mujer, incluso, le dio ideas. Pero con el hombre murciélago, dice, ha cubierto el cupo. ¿Y si Batman decidiera reconocer que tiene un problema y pidiera ayuda profesional? ¿Le gustaría tenerlo en su consulta? "Menuda complicación. Resabiado ya, con cuarenta y tantos años, tan inteligente, con esa vida... Que lo trate otro".
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