"Uno de los mayores problemas que dificultan el aprendizaje y la mejora en la educación de los alumnos es la confusión entre bondad y amabilidad. Ser amable a veces se interpone en el camino de ser bueno. Si usted es amable con los niños y les permite ciertos comportamientos, nunca mejorarán".
Estas polémicas declaraciones son del profesor británico Rory Fox, llamado el SuperDirector, quien probablemente se haya convertido en el maestro más estricto del mundo por las férreas normas que aplica en sus clases en la Academia Ryde. “A veces es bueno arrestar a los alumnos”, continúa Fox, refiriéndose -o eso esperamos- a un aula de detención. “Si hay una cosa que he aprendido con los años es que la bondad se interpone en el camino del bien. Ser amable con los niños sirve a menudo para camuflar las bajas expectativas académicas”, asevera.
Nunca grita o se enfada, sin embargo sus prácticas le han convertido en el profesor más demandado por todas las academias británicas, en el más odiado por las asociaciones de profesores y, por ende, en el maestro más despreciado por sus castigados alumnos. Al parecer, los cambios brutales que provoca en las escuelas, tanto en la sala de profesores como en las clases, se trasladan a los resultados en los exámenes de sus alumnos, que suelen tener una evolución positiva, y a la resolución de algunos problemas de los docentes.
La regla de los tres puntos
Fox, de 46 años y padre de cinco niños, ya fue noticia en 2011 cuando era el director de la Academia Basildon y mandó a casa a más de 150 alumnos a principios de curso por infringir el código de vestimenta del colegio al no llevar los pantalones adecuados. En este sentido, el pasado año, cinco semanas antes de las vacaciones de verano, “el director de hierro” implementó una medida radical: bajó la nota de algunos alumnos por haberse saltado las normas del código de estilo y mandó a 30 chicas a casa porque sus faldas eran demasiado cortas.
El éxito de su programa reside –según apunta– en seguir “la regla de los tres puntos”: sentarse con las rodillas bajo el escritorio, poner los hombros en paralelo con el pupitre y mirar hacia adelante. El profesor Fox, quien en su juventud trabajó en una prisión, obliga a los chicos a llevar “un quit del aprendizaje” que consta de lápiz, blog de notas, regla, goma de borrar y un papel con los horarios que tienen que llevar a cada clase si no quieren ser arrestados.
Quejas a la Reina
Pero su encrucijada no se centra solo en los alumnos, el SuperDirector ha provocado la ira de decenas de maestros después de mandar una carta de 12 folios a la Asociación de Profesores del Reino Unido señalando 19 quejas en contra de sus prácticas docentes. “No les estoy llamando vagos, solo que muchas veces no se molestan en mandarles los deberes adecuados”, sentencia. Admite, además, haber molestado a algunos miembros del personal de las escuelas en las que ha trabajado, sobre todo después de que en el último año 15 profesores abandonaran sus trabajos y algunos emprendieran acciones legales contra Fox por sus duros y disciplinados programas.
Son varios los padres que se han quejado a las Asociaciones de Padres y Profesores de la disciplina que impone este profesor en sus escuelas. Los hay que han abierto foros en internet para dejar constancia de sus quejas e incluso alguno le ha amenazado con escribir a la Reina Isabel para “contarle que no es injusto que sus hijas tengan que llevar la falda tan larga”.
“Lo que me preocupa es que sus hijos solo tienen una oportunidad en la vida. Si fuera más lento con mis cambios tendría que sacrificar algunos de los resultados de los chicos y yendo más rápido creo más turbulencias pero así evito dejarles caer. Tenemos que trabajar en aulas ordenadas, en escuelas disciplinadas para que otros niños no interrumpan en el aprendizaje del resto”, reclama Fox.
No obstante, la pasada semana las noticias para Fox fueron más positivas de lo habitual tras salir a la luz el informe oficial sobre la Academia Ryde elevando su calificación de “Insuficiente” a “Necesita mejorar”. “En la escuela los niños parecen felices y se comportan bien. Ahora no hay casos de bullying ni de absentismo ni se levantan a mitad de la clase para fumarse un cigarro. Sus uniformes son elegantes y hablan entre sí de una manera afable y educada cuando van a clase. ¡Incluso las clases de Latín les parecen divertidas!”, exclama el SuperDirector.
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