Modiano se define como un novelista “prisionero de su tiempo”
"Los escritores del futuro garantizarán el relevo como hace cada generación desde Homero", dice en su discurso del Nobel
AFP / EL PAÍS Madrid / Madrid 7 DIC 2014 - 21:16 CET
El novelista francés Patrick Modiano mezcló este domingo por la tarde en Estocolmo en su discurso del Nobel las grandes obsesiones que han marcado su vida y su obra: la importancia de la historia y del presente, París y la ocupación nazi de Francia durante la II Guerra Mundial, pero también también la timidez y la idea de que el narrador debe ocupar un discreto segundo plano mientras encuentra su propia voz. Modiano reivindicó el papel del escritor como testigo de su tiempo. "Un novelista está marcado de forma indeleble por su fecha de nacimiento y por su tiempo, incluso si no ha participado de forma directa en la acción política, incluso si da la impresión de ser un solitario, atrincherado en lo que llaman su torre de marfil", aseguró el autor francés durante su lectura en la Academia sueca.
"Prisionero de su tiempo, un narrador está marcado por la percepción de la época en la que ha nacido y en la que vive", agregó el autor de novelas como Dora Bruder o El lugar de la estrella, obras en la que la historia reciente de Francia, sobre todo la II Guerra Mundial, tienen un papel esencial. Modiano se describió a sí mismo como "un niño de la guerra, que debió su nacimiento al París de la ocupación".
El novelista se describió como un escritor del siglo XX, con una cierta nostalgia ante los grandes narradores del siglo XIX por "aquel tiempo transcurría de una forma más lenta que el de hoy y esta lentitud era esencial para el trabajo del narrador, porque podía concentrar su energía y su atención".
"Pertenezco a una generación intermedia y me despierta la curiosidad saber cómo las generaciones que me siguen, que han nacido con Internet, los teléfonos móviles, el correo electrónico y Twitter, se expresarán a través de la literatura en este mundo en el que siempre estamos conectados y en el que las redes sociales comprometen una parte de la intimidad y el secreto que era nuestro valor más preciado hasta hace poco tiempo, porque da profundidad a las personas y es un gran tema literario", afirmó sin dejarse llevar, sin embargo, por ningún tipo de pesimismo. "Estoy convencido de que los escritores del futuro garantizarán el relevo como hace cada generación desde Homero", afirmó el escritor que, dijo, siempre ha tratado de "expresar en todas sus obras algo intemporal". Modiano también se reconoció emparentado con pintores, como Modigliani, así como con músicos "que practican un arte superior al de la novela".
Publicado en España por Anagrama, Seix Barral Alfaguara y Cabaret Voltaire, Modiano es autor de novelas cortas, que en su mayor parte transcurren en París durante la II Guerra Mundial, como Villa triste, la trilogía de la Ocupación o Un pedigrí. Cuando supo que había ganado el Nobel, confesó haberse quedado totalmente desconcertado y aseguró que siguió caminando. Este desconcierto quedó reflejado en su discurso de Estocolmo: "El anuncio del premio me pareció irreal y quise saber por qué había sido elegido. Ese día creo que nunca sentí de una forma tan fuerte cómo un novelista es ciego ante su obra y cómo los lectores en realidad saben mucho más que él".
"Un escritor, o por lo menos un novelista, tiene muchas veces relaciones difíciles con la palabra. Y si recuperamos la distinción escolar entre escrito y oral, un novelista siempre estará más dotado para lo escrito. Tiene la costumbre de guardar silencio y, si quiere entrar en un determinado ambiente, debe fundirse con la multitud", dijo al principio de su discurso el autor de En el café de la juventud perdida.
Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945), un narrador preciso, de frases claras que fluyen casi sin el lector se dé cuenta, hizo una maravillosa definición del trabajo de novelista: "Curiosa actividad solitaria la de escribir. Uno atraviesa momentos de desesperanza cuando se redactan las primeras páginas de una novela. Se enfrenta cada día a la impresión de haber tomado el camino equivocado. La tentación de volver atrás es grande y de tomar otro camino. Pero no hay que caer en ella sino seguir el mismo camino. (...) Cuando uno está a punto de terminar un libro, parece que este comienza a despegarse y que respira el aire de la libertad, como los niños en clase, la víspera de las vacaciones de verano".
"Pero la vocación del novelista, ante la gran página en blanco del olvido, consiste en hacer resurgir algunas palabras a mitad borradas, como icebergs perdidos a la deriva sobre el océano", fueron las palabras con las que cerró su discurso.
El novelista es el decimoquinto autor francés galardonado con el premio Nobel de Literatura. Recibirá su recompensa el miércoles de manos del rey de Suecia junto a los otros laureados.
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