Isla Correyero
Entre las bellas anoréxicas hay una
lanzada al aire
de la muerte,
elevándose.
Obstinada la austera
se cuenta las costillas y la pelvis,
se duerme en pie
para no digerir.
La bella es sangre de esqueleto
translúcido,
es aire y huevo de lo ido,
de la histeria es aire,
de lo fugaz,
de la velocidad agujereada.
Tensa la hermosa
y rígida la cuerda de su cuerpo
es cáustico,
vómito y nervios autoenvenenadores.
Es como un arco a medio enloquecer,
prohibido,
sedienta,
hambrienta,
el dibujo de su estructura
es sólo un pensamiento.
No hay sustancia en su máquina,
es artificio de la crueldad
su libertad,
su boca,
el estómago blanco,
el recto loco de sacrificio
y éxtasis.
Es la bella anoréxica lujosa
que va a morir mañana,
sin desayuno,
con la privación de la hermosura.
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