A continuación, algunas opiniones, recogidas de una entrevista publicada en la revista Armas y Letras, en noviembre de 2008:
1. Estéticamente me siento más ligado a Comala que a Macondo porque estoy muy interesado en el ascetismo del lenguaje, en cierta poética que funciona casi por sustracción y no por acumulación, es decir, yo visito más en la literatura a Comala que a Macondo, y no es por un gusto de visitar a los muertos, es sencillamente porque en Rulfo yo encuentro unas lecciones estéticas extraordinarias: su minimalismo, cierta verbosidad de cosa hablada, cómo rescata las costumbres del pueblo mexicano y no hace costumbrismo, cómo rescata la historia de México y no hace historicismo… Todo eso ligado a una alta lírica, hace que cuando yo leo las ocurrencias de un poblado imaginario llamado Comala, siento mucha más atracción que cuando leo las incidencias de un poblado imaginario llamado Macondo. ¿Cúal es el narrador en el que encuentro una cantera más inagotable de poesía? Inmediatamente digo Rulfo y no digo García Márquez.
2. De alguna manera los vínculos entre la poesía visual y lo visual en el poema se han hecho mucho más evidentes en la poesía. Se puede crear una teoría general de las artes a través de lo poético, para decir que donde no hay poesía no hay arte, sea la narrativa, sean las artes escénicas, sea la cinematografía. Todo desemboca en la búsqueda de una poética. El más grande poeta mexicano, para mi gusto, es alguien que en apariencia no escribió poesía: Juan Rulfo. He hecho ejercicios en talleres con algunos jóvenes tomando cuatro o cinco temas de la obra de Rulfo (la soledad, la muerte, el trasmundo, la lluvia, la fantasmalidad), y sin necesidad de que los integrantes del taller escriban una sola línea, sino recogiendo y encabalgando como versos algunas de las frases de las narraciones de Juan Rulfo, hemos descubierto que hay una extraordinaria poética. Hemos escrito poemas de Rulfo con palabras de Rulfo que son realmente poemas sin agregar ni una sola palabra que no sea de él; esto como ejercicio para señalar que la poesía es más que un género literario, que no está en un compartimento estanco y que está vinculada a todas las esferas de las demás artes.
2. De alguna manera los vínculos entre la poesía visual y lo visual en el poema se han hecho mucho más evidentes en la poesía. Se puede crear una teoría general de las artes a través de lo poético, para decir que donde no hay poesía no hay arte, sea la narrativa, sean las artes escénicas, sea la cinematografía. Todo desemboca en la búsqueda de una poética. El más grande poeta mexicano, para mi gusto, es alguien que en apariencia no escribió poesía: Juan Rulfo. He hecho ejercicios en talleres con algunos jóvenes tomando cuatro o cinco temas de la obra de Rulfo (la soledad, la muerte, el trasmundo, la lluvia, la fantasmalidad), y sin necesidad de que los integrantes del taller escriban una sola línea, sino recogiendo y encabalgando como versos algunas de las frases de las narraciones de Juan Rulfo, hemos descubierto que hay una extraordinaria poética. Hemos escrito poemas de Rulfo con palabras de Rulfo que son realmente poemas sin agregar ni una sola palabra que no sea de él; esto como ejercicio para señalar que la poesía es más que un género literario, que no está en un compartimento estanco y que está vinculada a todas las esferas de las demás artes.
3. La violencia es uno de los ingredientes naturales del ser humano. Yo creo que no hay que acabar con los demonios, hay que saberlos pastorear. Es decir, eliminar la violencia, como lo explicaba también Anthony Burgess en La naranja mecánica, lleva a un estado de absorbimiento intelectual y de tontería. No hay que anular la violencia, sino canalizarla hacia cosas creativas y productivas. Yo creo en la violencia creadora. En el caso colombiano, cuando José Eustasio Rivera en el año 1924 escribe La vorágine, una de sus primeras frases, quizá la primera de la novela, dice: “Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”. ¿Cómo pastorear eso para no convertirnos en una secuela más de esa violencia? El interés que existe por la poesía en Colombia, esa forma de resistencia espiritual que hay alrededor de la poesía, se da precisamente como saturación de la violencia.
Y ahora, unos poemas:
DIARIO DE LA NOCHE
A la hora en que el sueño se desliza
Como un ladrón por senderos de fieltro
Los poetas beben aguas rumorosas
Mientras hablan de la oscuridad,
De la oscura edad que nos circunda.
A la hora en que el tren tizna la luna
Y el ángel del burdel se abandona a su suerte,
La orquesta toca un aire lastimero.
Una yegua del color de los espejos
Se hunde en la noche agitando su cola de cometa.
¿Qué invisible jinete la galopa?
PUERTAS ABIERTAS
Una puerta
Abierta a la noche
Y se pueblan los ruidos
Las estancias.
Sus rumorosas bisagras
Anuncian
Alguien llegado de la lluvia
O los pasos de un lento animal
Que invade el sueño.
Una puerta, una grieta
Abierta en el asombro.
SUEÑO
El sol fulge entre la fronda
Donde los niños duermen
Y cruza bostezando un ángel rojo.
Lejos, los patios de vecindad se llenan
De gentes que remiendan el aire
Con la aguja de su parla rumorosa.
Alguien siembra un cortejo de astros.
Entre sagrados juegos
Y blancas catacumbas,
Tú y yo: crisálidas de viento.
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