Las historias comprendidas en este libro, como bien dice Lala Isla en su prólogo, vienen a ser un microcosmos de las consecuencias del golpe militar que provocó la Guerra Civil en la población que la tuvo que vivir. Al comienzo de la guerra, el general Emilio Mola, el hombre que planificó el alzamiento, declaraba en Pamplona: Hay que sembrar el terror..., hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Todos y cada uno de los autores de este libro excepcional -exceptuando las dos mujeres latinoamericanas- de una forma u otra sufrieron en carne propia dicho terror y dicha sensación de dominio, que de modo directo o indirecto fueron el motivo por el cual se fueron de sus hogares y se encuentran hoy en Londres.
Un elemento fascinante de este conjunto de vidas es que muestran las diferentes ideologías que intervinieron en el conflicto y lo positivo es que se reúnan juntos los viernes sin que haya habido roces serios entre ellos. Las historias del texto dejan testimonio no sólo de lo que significa haber pasado una guerra cruenta en la niñez, sino de las dificultades que entraña una emigración. Las tragedias de la vida de Jesús G., o Elvira, las dificultades de todos ellos para abrirse camino en un país extranjero, el esfuerzo por salir adelante en todo momento, son un ejemplo de coraje y empeño.
En el Prólogo, muy extenso, Lala Isla dice:
Como tantos exilados y emigrantes, los componentes de este libro llevan muchos años en Londres y se sienten adaptados a la vida británica; sin embargo, guardan en su corazón un sentimiento profundo de ser españoles. Ya no tienen que oír, como en el pasado, insultos racistas del tipo bloody foreigners o bloody Spanish onions (malditos extranjeros o malditas cebollas españolas). (...) Aunque las personas que han participado en este libro estén bien adaptadas a Londres, cada cual se beneficia de la enorme riqueza que les da el poder vivir de lleno entre las dos culturas. Sin embargo, el haber tenido que dejar atrás los paisajes amados de la infancia, de los que hablan con enorme ternura y melancolía, les ha abierto una brecha interior que nunca se podrá cerrar. Con la emigración y el exilio, el aquí y el allí se trastocan para siempre y, tanto si decidimos regresar como quedarnos en el Reino Unido, echaremos de menos algo del otro país. Es el precio que tenemos que pagar los que un día dejamos el nuestro.
Esos los que un día dejamos el nuestro son Jesús G., Conchita Iraola, Lolita Jorquera, Elvira Medrano, Nino Moratiel, Rosita Morell, Rosa Moreno, Julio Ortega, Mary Pollastri, Liliam Ruiz y Luis Santamaría.
En edición del Ministerio de Trabajo e Inmigración, en 2008, junto a los textos podemos ver abundante material fotográfico.
Está en la BIBLIOTECA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario