Isabel Pérez Montalbán
Compañera, libro y desorden:
Desde cubierta descubro ciudades
como monedas grises de un salario.
Apenas en las piernas se enfurece
un recuerdo: es el peso abandonado
de un capitán de navíos, la prueba
inapreciable de un buen detective.
A veces hay que dejarse violar
bajo promesas, aceptar el tránsito
de un extraño doméstico que estría
y avasalla el pudor,
porque así se regresa de los piélagos.
Sólo la humillación conoce el precio.
Todavía lejano queda el puerto,
los muelles de la urgencia
donde habré de llegar
preguntando sin tregua por un nombre.
Amanece en medio del mar.
Voy en un buque mercante de vuelta a casa.
Noviembre de 1991.
De Cartas de amor de un comunista
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