A más población, mayor presión sobre la tierra, la energía, la comida y el agua.- REUTERS. ("El País")
En "El País":
El ciudadano 7.000 millones
La población mundial ganará 3.000 millones de habitantes hasta fin de siglo - Aunque el crecimiento se modera, queda la duda: ¿cuál es el límite de la Tierra?
CHARO NOGUEIRA 26/09/2011
¿Dar la enhorabuena o el pésame? ¿Qué hacer cuando el habitante 7.000 millones está a punto de nacer? Naciones Unidas lo espera para el próximo 31 de octubre y prepara actos conmemorativos con una idea clara: una población tan abundante tiene implicaciones para la sostenibilidad del planeta. De un planeta desigual donde conviven el envejecimiento rampante -en los países ricos- y la natalidad alta, aunque cada vez menos -en los pobres-. Un planeta que en los últimos tiempos ha ganado 1.000 millones de habitantes cada 14 años. Un planeta, en fin, que acabará el siglo con algo más de 10.000 millones de moradores, según las proyecciones de la ONU, pero que se encamina hacia la estabilización -o el descenso- demográfico, según los expertos.
"Yo le desearía suerte y le diría que no se fiara ni de los catastrofistas ni de los optimistas". Así se dirigiría el demógrafo Joaquín Arango al terrícola 7.000 millones, ese ser humano que Naciones Unidas imagina mujer y que tiene muchas posibilidades de nacer en un país pobre, lo que le pondrá las cosas más difíciles. "Solo sabemos una cosa con certeza: llegará a un mundo inmerso en un cambio vasto e impredecible en el terreno ambiental, económico, geopolítico, tecnológico y demográfico", afirmaba la semana pasada el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. A más población, mayor presión sobre la tierra, la energía, la comida y el agua, recordaba.
No es nuevo. La historia de la Humanidad ha sido, salvo algunos baches, la historia del crecimiento demográfico -y de su presión sobre el medio ambiente-. Muy lento al principio, acelerado en el siglo XX, una centuria que empezó "con poco más de 1.000 millones de personas sobre la Tierra", señala Julio Pérez, demógrafo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ya entonces, los riesgos del incremento demográfico eran un clásico: lo son desde los tiempos de Thomas Robert Malthus. En su Ensayo sobre el principio de población (1798) alertó de que, mientras esta aumentaba en proporción geométrica, la producción de alimentos lo hacía de forma aritmética. Dio una voz de alarma que aún resuena y que incluía un panorama negro: alimentos escasos y salarios bajos debido al exceso de mano de obra empujarían a la pauperización.
"Habría que dejar en paz a Malthus. Ya se le ha zarandeado abundantemente", afirma Arango. "Tuvo razón en parte. No pudo prever la capacidad de multiplicación de la producción que traería consigo la revolución industrial, la capacidad tecnológica para producir alimentos", prosigue este catedrático de Sociología de la Universidad Complutense. "Si levantara la cabeza, a Malthus le daría un patatús", desliza Pérez: el mundo se encamina minuto a minuto hacia los 10.000 millones de pobladores.
"En los últimos 50 años hemos añadido 4.000 millones de habitantes", plantea Antonio López, del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona. La Humanidad gana 1.000 millones de personas "cada 13 o 14 años" desde los años sesenta del siglo XX. Fue en esa década cuando se retomó con fuerza la idea de la superpoblación como una amenaza. Era la tesis del libro The population bomb, publicado en 1968 por Paul R. Ehrlich, biólogo de poblaciones en la Universidad de Stanford (EE UU) que aún defiende que la población razonable para la Tierra es de 2.000 millones de personas.
"En los años sesenta la cifra de habitantes crecía al 2% anual", recuerda Arango. El mundo tenía entonces unos 3.500 millones de habitantes, la mitad que ahora. Se pintó un panorama apocalíptico, de catástrofe planetaria por la superpoblación. "Con el ritmo de crecimiento de entonces, la población se duplicaba en 35 años, se cuadruplicaba en 70 y se multiplicaba por ocho en 105. En el año 2100 todos tendríamos que estar de pie por falta de espacio y en el año 2300 habría 300.000 millones de personas", recuerda Arango. El fin del mundo por razones demográficas.
"Ni Malthus ni Ehrlich acertaron", continúa el catedrático, "porque no previeron la considerable bajada de la fecundidad que se registraría en la mayor parte del mundo". Ahora, con una población cada vez más longeva -ha caído la mortalidad- y con un promedio de hijos por mujer a la baja, el ritmo de crecimiento demográfico "se ha rebajado casi a la mitad", afirma Arango. Es del 1,1% anual, una tasa que, de mantenerse, duplicaría el total de población cada 70 años, algo que nadie prevé.
"El crecimiento relativo de la población se ha ralentizado en todas las regiones del mundo", analiza Antonio López. Sin embargo, en números redondos la cifra de población sigue aumentando con rapidez, entre otras cosas por las grandes cohortes de mujeres en edad fértil. "Añadiremos unos 3.000 millones de habitantes en los próximos 60 años, pero cada vez de una forma más lenta", continúa este experto. A partir de 2070 se prevé entrar "en una fase de estabilidad". "Las proyecciones de población apuntan a que el techo demográfico se alcanzará alrededor de ese año. Entonces habrá en torno a los 9.500 o 10.000 millones de habitantes", prosigue López.
Ese horizonte de los 10.000 millones (que las proyecciones de Naciones Unidas dibujan hacia 2085) se alcanzará con un crecimiento demográfico algo distinto del actual. La gran protagonista será África, un continente que triplicará con creces su población de aquí a fin de siglo. Con todo, el continente más poblado seguirá siendo Asia. India relevará a China como el Estado más poblado dentro de una década. Europa será el único continente que pierda población (63 millones de habitantes menos) a lo largo del siglo XXI.
Pero hay quien desconfía de que se vayan a cumplir las previsiones de la ONU. "No creo que la Tierra llegue a alcanzar los 10.000 millones de habitantes, porque la fecundidad disminuye más aceleradamente de lo que estaba previsto", afirma Julio Pérez. "En Irán, un país musulmán, el promedio de hijos por mujer ha bajado de seis a dos en menos de una década", cita como ejemplo. "No tardaremos mucho en empezar a hablar del descenso de la población del mundo", plantea este demógrafo del CSIC, que lanza un pronóstico: "En el siglo XXII no habrá una población estable, sino a la baja". "A partir de 2070 la cifra de población se estabilizará. Lo que ocurra después es ciencia ficción", contrapone López.
El mes que viene, 7.000 millones. A final de siglo, 10.000. ¿Cuántos habitantes puede admitir la Tierra? "Todo depende de a qué ritmo consumamos los recursos y de los cambios tecnológicos para mantener el nivel de consumo energético, que es el elemento clave de todo lo demás", afirma López. "Si los 7.000 millones de personas consumiéramos como estadounidenses, la situación no será sostenible", puntualiza. "Son el 3% de la población mundial y consumen el 25% de la energía", remacha Joaquín Arango. "El total de habitantes que puede admitir el planeta depende de muchos factores, que van desde la tecnología hasta la política, pasando por la sostenibilidad medioambiental", añade.
No es tanto una cuestión de espacio, como de recursos. "Toda la población actual, agrupada en familias de cuatro personas que tendrían 500 metros cuadrados de tierra cada una cabrían prácticamente en el Estado de Tejas [696.241 kilómetros cuadrados]", plantea Julio Pérez. "El problema no es de espacio, sino de cómo tratamos el medio ambiente", prosigue. "Los recursos se han manejado sin criterios de eficiencia. Generamos una cantidad de basura escandalosa. No reciclamos. Se destruyen alimentos para preservar los precios...". "No creo que seamos demasiados. La cuestión está en encontrar un bienestar razonable para todos, un equilibrio entre cifra de población y la cobertura de sus necesidades básicas. Para lograr eso queda bastante", plantea el economista Ramón Tamames.
"Hace 40 años se hablaba de explosión demográfica. Ahora hay quien habla de implosión. Pero el dilema es ese: o se tiene un crecimiento de la población insostenible, o se tiene un envejecimiento insostenible. A muy largo largo plazo todo es insostenible", reflexiona Joaquín Arango. "Una cifra de 9.500 millones de habitantes no pone en cuestión la supervivencia del planeta en sentido estricto", considera antes de vaticinar: "No creo que la Humanidad vaya a desaparecer, pero sí creo que las va a pasar canutas".
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