José Luis Blanco Garza
En la España imperial, la del Segundo
Felipe, estabas tú, cordial y cuerdo;
alegrabas la vida, el desacuerdo
y aquel andarse solo por el mundo
de Don Quijote, tu hidalgo vecino,
el que te granjeó con su locura
puesto inmortal en la literatura.
Ya inseparables vais por el camino
igual que dos amigos conversando
de las diversas cosas de los hombres;
ya juntos para siempre los dos nombres,
os acercáis al postrimero día
-derrotado el señor, sin alegría-
en que lo instabas tú a seguir soñando.
Del libro inédito Una vida cualquiera
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