lunes, 2 de febrero de 2015

PRENSA. LENGUA. "Insinuaciones sin tacha". Álex Grijelmo

Álex Grijelmo

   En "El País":

Insinuaciones sin tacha

La coacción velada da ventajas a su autor: los jueces tendrán dificultades para condenarlo


Felícito Yanaqué se topa con un papelito en la puerta de su casa, y esa escena abre El héroe discreto, de Mario Vargas Llosa. El texto del anónimo le habla sobre los riesgos de vandalismo que pueden sufrir negocios como el suyo, y le anuncia un próximo contacto en el que podrá pagar 500 dólares al mes si desea evitarse problemas.
¿Cómo debía interpretar el bueno de Felícito un texto así?: Quizá se trataba de una broma, o tal vez lo escribió un expolicía reciclado que le brindaba su protección por una cierta cantidad en dinero negro…; y también podía constituir una extorsión interminable. En cualquier caso, Felícito se hallaba ante una insinuación: el hecho de dar a entender un mensaje completo expresando solamente una parte.
Imaginemos a un tendero que recibe en su comercio la visita de una persona muy educada que le dice: “Me alegra que haya abierto una tienda de ropa enfrente de la mía. Sólo he venido a avisarle de que en este barrio hay muchos accidentes”.
La coacción velada proporciona muchas ventajas a su autor: los tribunales encontrarán dificultades para condenarlo, porque en el mensaje no se explicita extorsión alguna, y ni siquiera el receptor habrá estado seguro de su significado. Y debe ser él y sólo él quien lo complete cuando por casualidad note un leve fallo en los frenos.

No debemos condenar la insinuación en todas sus concreciones, sin embargo. A veces incluso se acude a ella como fórmula seductora
En esos casos, el emisor espera que el destinatario digiera el texto recibido, que el miedo piense por él y que decida cambiar de barrio sin decírselo a nadie, sabedor de que difícilmente se condenará por amenazas a quien profirió aquellas frases. Porque también cabe lo contrario: que una palabra inocente se perciba como agresiva: La fiscalía abrió diligencias el 13 de enero contra el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, quien había pedido dar “jaque mate” a la Guardia Civil. Sin embargo, ahí la amenaza de las balas parece ya lejana, por fortuna. (Pero cuántas veces fue próxima).
Hace unos meses, se implantó en los tribunales de justicia de una comunidad española un sistema de burocracia sin papeles, ceñida por tanto a los medios electrónicos y destinada a agilizar todos los trámites y comunicaciones. De inmediato, los sindicatos Comisiones Obreras y CSIF hicieron saber sus posturas. El primero de ellos señalaba: “No entendemos que se nos pidan sacrificios adicionales a los trabajadores en cuanto a colaborar en una experiencia piloto que indudablemente supondrá unas dificultades añadidas a nuestro quehacer diario sin un gesto compensatorio por parte de la comunidad autónoma. (…) La colaboración en una experiencia piloto no debe imponerse, pues ello traería consecuencias poco satisfactorias (…). Entendemos que todo esto debe ponerse en valor por parte de la comunidad autónoma para compensarnos de la mejor manera posible, lo que redundará en un cambio menos traumático y más satisfactorio”.
Por su parte, un dirigente de CSIF indicaba en una carta personal remitida al consejero de Justicia: “Espero y deseo que todos colaboremos en este proyecto, ya que, de lo contrario, será muy difícil de acometer. Créeme cuando te digo que es necesario e imprescindible ese gesto. De lo contrario tendremos muchos problemas (…). Mañana antes de la una tengo que tener una alternativa. Un abrazo”.
Se hace difícil suponer que el manejo de documentos informáticos en vez de sellos y pólizas vaya a dificultar el trabajo; y por eso nos inclinamos a imaginar que el destinatario dedujo más bien un boicoteo, canjeable por cierto gasto. Ahora bien, sin que pueda reprochar palabra alguna.
No debemos condenar la insinuación en todas sus concreciones, sin embargo. A veces incluso se acude a ella como fórmula seductora para proponer algo atrevido, por lo civil o por lo pirata (“¿quieres que mañana desayunemos juntos?”). Pero esta arma de la retórica constituye en otras aplicaciones la forma más ventajista de la amenaza, sobre todo si los jueces no pueden ir más allá de las palabras expresadas. Y así las víctimas se sienten indefensas, como Felícito Yanaqué, como el consejero de Justicia, rumiando a solas una decisión.

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