Varios niños aguardan su turno ante uno de los pozos de agua potable del campo de refugiados de Abushok, en Darfur (Sudán). / FRANCISCO PEREJIL. ("El país")
La pobreza hídrica de 2.500 millones de personas
Unos 2.000 niños mueren al día por enfermedades asociadas a la carencia de agua y saneamientos seguros
La mejora del abastecimiento humano se debe acompañar de la mejora de los ecosistemas hídricos
Es necesario extender el saneamiento a un ritmo de 660.000 personas por día hasta 2015
JAVIER RICO 13 DIC 2013
Casi 800 millones de personas no tienen acceso seguro a fuentes de agua potable; 2.500 millones no disponen de servicios de saneamiento (alcantarillado y depuración, básicamente); y 2.000 niños mueren al día por enfermedades asociadas a estas dos carencias. Estos datos volvieron a resonar durante la celebración, el pasado 10 de diciembre, del Día Internacional de los Derechos Humanos. Organizaciones como Ongawa Ingeniería para el Desarrollo Humano y End Water Poverty advirtieron del largo camino que queda para superar la “pobreza hídrica” que viven muchas personas y que también afecta al medio ambiente.
Desde Ongawa, María del Mar Rivero recordaba que aunque el acceso al agua potable y al saneamiento aparecen mencionados, entre otros, en el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 que recoge el derecho a un nivel de vida adecuado y a la salud, “no es hasta el 10 de julio de 2010 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoce el derecho al agua y al saneamiento como derechos esenciales”. En el lado positivo hay que mencionar que en las dos últimas décadas más de 2.000 millones de personas han accedido a agua potable segura.
Reducir a la mitad el porcentaje de la población mundial que no dispone de este servicio era uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas. Según esta última organización, en 2010 la proporción de población con acceso a ese tipo de fuentes llegó al 89% (76% en 1990). “Esto significa que la meta relativa al agua potable se logró cinco años antes de la fecha programada, a pesar del crecimiento significativo de la población”, relatan en el informe de 2013, publicado en el mes de junio, sobre el estado de cumplimiento de los ODM.
Sin embargo, la propia ONU reconoce en dicho informe que le inquieta “la calidad y la seguridad de muchas de las fuentes mejoradas de agua potable”, y advierte de que la cantidad de personas sin acceso seguro a este bien podría ser dos o tres veces superior a las estimaciones oficiales. Además, dicho acceso no se logra de manera uniforme en todas las regiones, ya que en el Cáucaso y Asia central la cobertura cayó del 89% en 1990 al 86% en 2011. Y hay algo más: el 38% de los 6.200 millones de personas que usan fuentes mejoradas de agua potable no cuenta con la comodidad de disponer de este recurso por cañerías en su hogar ni con los beneficios para la salud y económicos asociados.
Casi 2.400 millones de personas tienen que dedicar mucho tiempo y energía en filas situadas en lugares públicos donde se suministro de agua y acarrear pesadas cargas al hogar que a menudo solo satisfacen las necesidades esenciales de agua potable. End Water Poverty señala que las mujeres del hemisferio sur emplean 200 millones de horas al día para colectar agua y caminar una media de seis kilómetros diarios con 20 litros sobre sus cabezas. La ONU quiere aportar aquí algunos datos positivos, como el porcentaje de personas que deben utilizar agua de superficie sin tratar, que cayó del 6% en 1990 al 3% en 2011. “De todos modos –prosiguen en el informe de los ODM–, más de 180 millones de personas deben recurrir a ríos, arroyos, estanques o lagos para satisfacer sus necesidades diarias de agua potable”.
Pero el objetivo marcado para 2015 está a medias de conseguir, ya que la gran deficiencia siguen siendo esos 2.500 millones de personas sin saneamiento adecuado de las aguas. En 1990 algo menos de la mitad (49%) de la población contaba con este servicio, y según los ODM la cobertura debe extenderse al 75% para cumplir con la meta. El nivel actual es del 64%. A pesar de que cada día nacen más personas en hogares con inodoros conectados a redes de alcantarillado y depuración, hay que “extender los servicios de saneamiento a aproximadamente 660.000 personas al día hasta 2015”, concluye el informe.
María del Mar Rivero enfatiza que “el derecho humano a la salud, a la alimentación o a la educación, se ven afectados directamente cuando no se respeta el derecho humano al agua y al saneamiento, por lo que no se puede hablar de garantizar cualquiera de ellos sin agua o sin saneamiento”. Entre otras consecuencias, las enfermedades de transmisión hídrica (especialmente las diarreas), las causadas por un saneamiento inadecuado o aquellas derivadas de una alimentación deficiente “suponen un coste económico en medicinas y cuidados que afectan gravemente a las familias y, en definitiva, a los Estados”, recuerda la representante de Ongawa.
Problema social y ambiental
Tanto el acceso al agua potable como el saneamiento de este recurso están plenamente vinculados a la protección de nuestro entorno, tanto que la propia ONU los incluye dentro del objetivo general número 7: “Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”. Por este motivo, Sandra Postel, directora del Global Water Policy Project, critica que “los avances logrados en la satisfacción de las necesidades humanas de agua no han estado acompañados lamentablemente de progresos análogos en la satisfacción de las necesidades de los ecosistemas”.
Postel expresa esta postura en la edición de 2013 del informe La situación del mundo. ¿Es aún posible lograr la sostenibilidad?, coordinado por el Worldwatch Institute y publicado en España por Fuhem Ecosocial e Icaria Editorial. Para esta investigadora estadounidense los beneficios en hectáreas regadas, kilovatios hora generados y personas abastecidas se han conseguido “a costa de grandes perjuicios para unos 470 millones de personas que dependen de los ríos y que habitan aguas abajo de las grandes presas, así como de la calidad y productividad de ecosistemas de agua dulce que proporcionan servicios muy valiosos”.
En su aportación a La situación del mundo, Sandra Postel enumera varias iniciativas repartidas por todo el mundo y realizadas por Administraciones, empresas y ONG que conjugan el servicio a las personas con la protección de los ecosistemas. Y también se dirige a los habitantes del planeta, en especial a los del mundo más rico: “Fabricar una camisa de algodón requiere 2.500 litros de agua, pero si mil millones de personas comprasen dos camisas menos cada uno, el ahorro de agua sería suficiente para satisfacer las necesidades alimentarias anuales de 4,6 millones de personas”. También hay efectos positivos si optamos por una dieta más ecológica (“todos los días comemos mil veces más agua de la que bebemos”) y un transporte más sostenible (“llenar el depósito de un coche requiere13 litros de agua por cada litro de combustible”). “La buena noticia es que apenas hemos comenzado a utilizar nuestro ingenio y capacidad inventiva para enfrentarnos a este desafío”, aventura Postel.
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