Eduardo García
REFUTACIÓN DE LA ELEGÍA
Disculpen la imprudencia, voy de paso,
me caí en esta página, no supe
medir mis fuerzas, apurar la brisa,
resistir su imperiosa invitación,
la página pedía un desaliento
a la altura del llanto y los zapatos,
pero no estaba yo para difuntos,
me brotó una sonora carcajada,
una encina colgada de un trapecio,
un tigre amamantando a una gacela,
un ciempiés saludando innumerable,
nada hay seguro aquí, ya me hago cargo,
a lo peor la página está inquieta,
reclama ya su hastío inmemorial,
y yo en las musarañas, tan contento,
acorazado, en fin, feliz, ya ven,
poco propenso a la melancolía,
convocando el deseo en la figura
de una mujer al término del goce,
sin tristeza post-coitum, no se apuren,
espléndido animal, fruta sin dueño,
deslumbrante en la página, sensual,
una refutación de la elegía,
una celebración de la alegría,
cuerpo fugaz, materia derramada,
se ríe de la página, transpira,
les dejo con su gozo, no sin antes
invitarles a arder por las raíces,
a vivir por la piel a contramano,
no me hago responsable si la página
persiste por inercia en su congoja,
si le gusta sufrir es su problema,
nosotros a lo nuestro, hacia alta mar.
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