Marcos Ordóñez
Orgasmos vendidos y leídos
MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 10 JUL 2012
Llevo muchos años observando el sector del libro y a sus protagonistas, pero no dejo de llevarme sorpresas. Vaya por delante la última: a pesar del abrumador bombardeo publicitario y mediático, no podía imaginarme que una novela tan mediocre como Cincuenta sombras de Grey (Grijalbo), primera parte de una trilogía de más de millar y medio de páginas, se iba a convertir, también en España, en un fenómeno de ventas. A pesar de la retracción del consumo de libros, sancionada en el último informe del habitualmente panglosiano Gremio de Editores, los datos de Nielsen, la compañía de referencia en el análisis del mercado, son contundentes. En sus dos primeras semanas la novela de E. L. James ha vendido 38.000 ejemplares, escalando holgadamente al primer puesto de superventas y colocándose en línea con su recepción internacional: más de 20 millones de libros de la trilogía vendidos en un tiempo récord. Una buena noticia, sin duda, para sus editores españoles (grupo Random House) y, sobre todo, para los libreros, que, finalmente, pueden hacer un poco de caja en una temporada lamentable.
Como mucha gente sabe, la que ya se ha convertido en la novela del verano trata de las relaciones (casi exclusivamente sexuales) entre Anastasia Steele, una joven universitaria estadounidense (21 años, virgen) y Christian Grey, un apuesto y multimillonario empresario (27 años) aficionado al sexo poco convencional. Ella le firma un contrato de sumisión y él la inicia en los placeres del sadomaso, con ataduras y azotes incluidos. Como ha señalado algún crítico extranjero, no se trata de un libro con sexo, sino de un libro de sexo. Pero hay más: por pocas novelas que se hayan leído, sus personajes resultan, además de inverosímiles, planos como la hojalata; su prosa, patéticamente pobre; los diálogos, sorprendentemente pueriles; la trama, previsible como la tormenta tras el bochorno. Y, sin embargo, el libro está siendo devorado por un gran número de mujeres lectoras, suministrando (sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido) material de primera mano para los clubes de lectura y debate femeninos, y alimentando la blogosfera con millares de encendidos comentarios y opiniones. Una abundancia que, por cierto, contrasta aquí con los habituales escrúpulos de la crítica “seria” a enfrentarse con un libro que es también un fenómeno de masas. Será que temen contaminarse.
No podía imaginarme que una novela tan mediocre como ‘Cincuenta sombras de Grey’ iba a ser fenómeno en ventas en España
La prehistoria de su composición arroja cierta luz sobre su éxito. E. L. James, antigua ejecutiva en la televisión británica, comenzó a desarrollar la historia como una fan-fiction en las webs de admiradores de la saga Crepúsculo. Las fan-fictions (simplifico), un subgénero narrativo desarrollado en Internet, aprovechan parasitariamente historias y personajes de éxito, desarrollándolos en direcciones o líneas diferentes a las originales, de modo que Anastasia y Christian comenzaron como sendos avatares de la adolescente Bella y el vampiro Edward, protagonistas de la saga de Stephenie Meyer. Luego, la señora James creó su propia web y desarrolló la historia para lectores adultos, recogiendo múltiples influencias: desde la historia cenicientesca de Pretty woman a las novelas vampíricas de Anne Rice, pasando, desde luego, por abundante chick-lit convenientemente procesada. El éxito llegó inmediatamente.
Al parecer, la novela consiguió en la anglosfera un primer nicho de lectura entre mujeres casadas de más de 30 años, aunque ahora se ha convertido en el libro que más se lee en los dormitorios de colleges y centros de enseñanza media. No disponemos de datos acerca de esos casi 40.000 españoles que lo han adquirido, pero supongo que no tendrán un perfil muy distinto. Seguro que hay una explicación convincente, pero a mucha gente de mi generación no deja de desconcertarle que una mediocre novela repleta de orgasmos de opereta y pornografía aceptable por el mainstream, y que cuenta una historia de sumisión y esclavitud femenina (voluntariamente aceptada) haya conseguido apasionar a millones de lectoras del mundo anglosajón, que es, precisamente, donde más se ha desarrollado la libertad de la mujer (incluida, desde luego, la sexual) y menores son las diferencias profesionales y sociales entre sexos. Qué tiempos.
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