Andrés Neuman
Hay ojos que verán nuestra memoria.
El doctor Barraquer, viejo oftalmólogo,
conoció la crueldad junto al milagro
y comprendió lo frágil del don de la mirada:
al fallecer su padre, que lo inició en la ciencia,
pudo guardar sus ojos
y devolver la vista a varios hombres.
¿Retendrán los fulgores de ese amor
más allá de la estrella de la córnea
y del pozo sagaz de la pupila?
Explorando los fondos deslumbrados,
las cavernas perplejas donde habitan
las veloces imágenes, las formas,
los colores que aún no tienen nombre
y los amaneceres de una vida,
el doctor Barraquer ha encontrado un pasillo
que va desde la tierra a las alturas,
de las tinieblas rotas a la bendita luz.
Y al final de la tarde, cuando el sol
se ciega entre las ascuas de este mundo,
el doctor Barraquer recuerda absorto
las palabras del último paciente
tras quitarle las vendas de la cara.
Y el ojo de su padre, que es la luna,
vuelve a abrirse y blanquea cada sombra.
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